Ese año, la Comisión Ballenera Internacional (CBI) aprobó una moratoria que establecía una cuota cero de capturas con fines mercantiles. Prohibición que solo iba a durar cinco años, pero que luego se hizo indefinida. Pese a ello, Noruega, Japón e Islandia siguieron capturándolas amparándose en “programas de caza científica”. Así, con el propósito de investigar cómo afectaban la contaminación y el cambio climático a estos animales, esos países lograron que la CBI les concediera cuotas anuales para atrapar cierto número de ejemplares. Pero ahora, Islandia ha roto con el acuerdo del 86 y va a cazar 40 ejemplares de ballenas minke con el único propósito de comercializar su carne. Las organizaciones ecologistas temen que esta decisión sea el inicio de una nueva caza masiva que amenace la lenta recuperación de las diversas especies gracias a la prohibición. Pero el Gobierno islandés se justifica di­ciendo que será una caza con­trolada, y alegan que han elegido la minke por ser la especie más numerosa, con un censo actual de un millón de ejemplares.

Redacción QUO