Cuando aparecen restos humanos en un bosque, los forenses tienen que enfrentarse a una tarea complicada: tratar de descubrir a quien pertenecían, y cual fue la causa de su muerte. Pero por si esa labor no resultara ya de por sí suficientemente difícil, los investigadores tienen que enfrentarse a la acción de un enemigo inesperado: las ardillas.
Ya sabemos que suena a broma pero, según se deduce de una investigación realizada por James T. Pokines, profesor de anatomía y Neurobiología de la Boston University School of Medicine, la acción de los roedores, especialmente de las ardillas, tiene en ocasiones efectos demoledores sobre las pruebas de un delito.
Según el estudio, es frecuente que los huesos encontrados en bosques presenten mordeduras de estos animales que, a veces, tienen el pernicioso efecto de enmascarar involuntariamente otras señales que podrían revelar la acción de un arma homicida. De hecho, de los más de trescientos casos que Pokines utilizó como base para su investigación, se encontró con que, en más de cincuenta, los estragos causados pro las ardillas suponían una dificultad añadida para la investigación de los forenses.
Por supuesto, las ardillas actúan de esta manera con total inocencia, sin ningún propósito criminal. Lo que no sabemos es, si ahora, tras publicarse ese estudio, habrá criminales que usen a estos animales para borrar el rastro de sus fechorías.
Fuente: https://www.theiai.org/jfi/jfi_titles.php
Redacción QUO