Las manchas negras que destacan sobre el amarillo del rostro de las avispas papeleras sirven como sistema de identificación a estos insectos. Cuanto más irregulares son, peores pulgas tiene su dueña. Esto puede evitar mucho desperdicio de energía en situaciones de conflicto, como la época en que las reinas compiten entre ellas para fundar nidos nuevos. Pero, ¿qué pasaría si la cara de agresividad fuera solo un farol?
Para averiguarlo Elizabeth Tibbetts, de la Universidad de Míchigan, y su equipo pintaron manchas adicionales en algunas hembras en plena competición fundadora. Dejaron que las reinas combatieran y comprobaron que las falsas ganadoras que ellos habían pintado recibían más y más feroces ataques que las fortachonas auténticas. Por impostoras.
Redacción QUO