Seguro que todos hemos escuchado en muchas ocasiones la expresión «sudar como un cerdo». Pero lo cierto es que es una comparación que no se ajusta mucho a la realidad, debido a que los cerdos tienen unas glándulas sudoríparas muy pequeñas, lo que hace que su capacidad para sudar sea prácticamente testimonial.
Para liberar el exceso de temperatura de su cuerpo, el cerdo transpira a través del hocico, respirando cada vez más fuerte, pero la cantidad de calor corporal que puede eliminar por esa vía sigue siendo inferior al 50%.
Por ese motivo, para refrescar su piel recurre al procedimiento de rebozarse en el lodo o incluso en su propia orina. El investigador L. E. Mount, del Comité de Investigación Agrícola y Fisiología Animal de Cambridge, llegó a afirmar en su estudio The physiology of pigs, publicado en 1968, que las temperaturas del aire superiores a 40º celsius podían llegar a ser letales para muchos ejemplares porcinos. Aunque ese problema en la actualidad se ha solucionado parcialmente gracias a la mejora de especies mediante el cruce, que ha dado como resultado animales más resistentes al calor.
Vicente Fernández López
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