Cientos de miles de litros de petróleo y gas natural a alta presión, están fluyendo a través de casi 1 millón de kilómetros de envejecidas tuberías en Canadá. Algunos de ellos jamás han sido inspeccionados. Pero una nueva serie de robots podrían cambiar esta situación.
Los oleoductos, en general, son inspeccionados por dispositivos de detección de defectos llamados «cerdos inteligentes», por los sensores ultrasónicos o magnéticos que llevan. Pero estos solo rastrean líneas principales. Las tuberías secundarias soldadas a la línea principal, debido asu geometría o su exiguo tamaño, resultan impracticables para estos gorrinos cibernéticos.
Esto provoca que el 60% del sistema de gasoductos del sistema TransCanada, aún no haya sido estudiada. El estado de estas tuberías es esencialmente desconocido, por lo que se los trata como un peligro para la seguridad. Una solución posible es la que plantea la empresa rusa Diakont, que ha desarrollado un robot que hace que las líneas que eran impracticables, puedan ser recorridas por robots. Los usados hasta ahora tenían mucha dificultad en giros de 90º, los diseñados por Diakont, en cambio, tienen un sistema de tracción más eficaz que les permite afrontar este tipo de curvas.
Otro inconveniente es que los “cerdos inteligentes” habituales, simplemente siguen su camino, no se detienen por nada ni por nadie. Se puede detectar un fallo, sí, pero no se puede ver con detalle. Los nuevos, por otra parte, son capaces de frenar su marcha, retroceder y volver a inspeccionar una sección de interés.
Este robot lleva una cámara de vídeo, sensores de ultrasonidos, y un escáner de láser que mide las anomalías que detecta. Toda la información es enviada a las oficinas centrales en tiempo real. Por último, gracias a su sistema de muelles extensibles, estos robots pueden introducirse en tuberías de diferente tamaño. Es cierto, son muy buenos. Pero no son infalibles. A veces, los defectos estructurales pueden pasar desapercibidos.
En 2013, Exxon Mobil envió algunos robots por una tubería que tenía unos 60 años de antigüedad y no encontró grietas. Un mes más tarde, la tubería se rompió y se derramaron 5.000 barriles de petróleo.¿ La causa? Grietas en las tuberías.
Para Nathan Lemphers, consultor del Instituto Pembina, una organización ambiental “es mejor que los anteriores, pero ya no se trata solo de encontrar los defectos o problemas. Sino de qué hacen las empresas con esa información”.

Juan Scaliter