Los arcoíris que mejor conocemos se forman durante el día, cuando después de una tormenta, aparece el Sol. Pero como explican en un vídeo en Seeker.com, también existen arcoíris lunares.
Dicho fenómeno, conocido también como arcoíris blanco, se da gracias a la refracción de la luz (en este caso de la Luna), sobre una lluvia o neblina nocturna. Son bastante más tenues que los otros, dada la poca cantidad de luz que llega del único satélite natural de la Tierra.
Es complicado encontrarlos en el cielo nocturno, pero no imposible. Facilita la tarea una noche despejada, de luna llena y abundante humedad. Esto hace que sean fácilmente observables en cataratas. Aunque el ojo no está preparado para disfrutar de su colorido a consecuencia de que la luz es muy débil para excitar a nuestros conos, la hazaña puede completarse con una cámara fotográfica.
Redacción QUO