La asnoterapia gana cada día más adeptos como medio para potenciar la socialización y el equilibrio emocional. La demanda aumenta y, con ella, el riesgo de que la oferta no siempre sea especializada. Por eso, en la Universidad de Córdoba han realizado un estudio sobre el tipo de temperamento más adecuado para un burro “terapéutico”. El director del grupo de investigación, Francisco Javier Mendoza, destaca la docilidad y previene de la tendencia a “extrapolar al asno las características del caballo. Son animales muy diferentes, incluso a nivel fisiólogico, patológico y farmacológico. Mientras el caballo reacciona de inmediato a cualquier estímulo, el temperamento del burro es más lento. También tienen un mayor estoicismo y siguen trabajando aunque sufran”, advierte.
Se buscan burros:
Tranquilos: Aunque el talante de la especie es noble, convienen los ejemplares que no se espantan ante aspavientos, gritos o gestos bruscos.
Sin vicios: Si han sufrido abandono o maltrato, serán propensos a interpretar la interacción con humanos como una amenaza y a defenderse.
Tocables: Las patas, el abdomen por los dos costados, la cara… Deben consentir el roce que suele formar parte de las terapias. Y no todos los individuos lo hacen.

Redacción QUO