La Declaración de Conciencia de Cambridge reconoció al pulpo como un animal con conciencia hace unos años. Pero de ahí, a demostrar que los cefalópodos tienen sentimientos, todavía falta. Es verdad que los pulpos son considerados animales marinos muy inteligentes, que saben hacer uso de herramientas para proporcionarse cobijo o presumir de una buena memoria, pero demostrar afecto hacia otras especies -como este caso a un ser humano- es toda una sorpresa.
El hecho le ocurrió al cineasta Pei Yan Heng mientras caminaba por la playa de Cyrene Reef (Singapur) en 2013. Se percató de que un pequeño pulpo había quedado varado tras la marea baja y corría el riesgo de deshidratación. Para no causarle ningún daño, Pei llenó un bote de plástico con agua y devolvió al pequeño cefalópodo al mar. Cuando el pulpo se recuperó, este nadó hasta los pies de Pei y extendió un tentáculo hacia su bota. Viendo la situación, da la sensación de que el pulpo quería agradecer el gesto al cineasta (o salir en su próxima película).
Rafael Mingorance
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