La calidad del aire en el área donde hace dos semanas el volcán Kilauea entró en erupción ya era de por sí bastante mala, ahora puede llegar a ser incluso peor. El nivel de dióxido de sulfuro que emana de las diferentes grietas del suelo no ayuda a que el oxígeno sea el más saludable que los ciudadanos cercanos puedan respirar (al menos los que no han llegado a ser evacuados de la zona).
Todo esto se suma a la ceniza y las partículas de vidrio que han sido esparcidas hacia el cielo en forma de columnas de humo, algunas de la cuales han llegado a alcanzar los 9.000 metros de altura, causando problemas al tráfico aéreo. El viento no ayuda, de hecho mueve estas partículas a otras zonas de las islas, lo que hace peligrar ya no solo el área afectada sino otras zonas a la redonda.
[image id=»96382″ data-caption=»Credit: Civil Air Patrol / USGS website» share=»true» expand=»true» size=»S»]Por si fuera poco, varios ríos de lava ya han alcanzado las aguas del océano Pacífico. El magma, al entrar en contacto con el agua salada provoca una reacción química que aviva un humo intenso que lanza a la atmósfera partículas muy finas de ácido clorhídrico y de vidrio, las cuales pueden llegar a irritar la piel y los ojos o incluso causar problemas respiratorios. Y, cómo no, poner en riesgo todo el hábitat de la zona. El Servicio Geológico de EE.UU describe estas nubes como “laze” (una mezcla de las palabras “lava” y “haze”-neblina-) y ha pedido a todos los ciudadanos que se mantengan lo más alejados posibles de ellas, incluso que no salgan de casa si no es necesario, ya que cualquier golpe de viento puede hacer que una nube como esta vaya a zonas donde ni siquiera ha llegado la lava y todavía haya ciudadanos que no han abandonado la isla.
Por el momento, hay unas 20 grietas activas y la lava que emana de ellas es incluso más líquida que antes, creando varios ríos de rocas fundidas que se dirigen hacia el mar a una velocidad de 275 metros por hora. Los científicos no saben por el momento el tiempo que llegará a estar en esta situación.
Alberto Pascual García