Se calcula que la erupción del Volcán de Fuego en Guatemala ya puede haber causado más de cincuenta víctimas mortales. Algo que contrasta con lo sucedido en Hawái, donde la erupción del Kilauea ya dura más de un mes y, aunque ha causado algún herido, no ha provocado ninguna víctima mortal. ¿A qué se debe esta diferencia entre una erupción y otra?
Tal y como explican los expertos, el Kilauea produce lava, que se desplanza lentamente formando grandes ríos o lenguas, lo que permite a los habitantes de la zona contar con tiempo suficiente para alejarse del peligro. Pero la erupción del Volcán de Fuego ha sido tan mortífera porque se produjo de forma explosiva, provocando lo que se conoce como flujos piroclásticos.
Los flujos piroclásticos están formados por una mezcla infernal de fragmentos de roca, aire caliente (a temperaturas que pueden oscilar entre los 100 y los 600 º) y gases volcánicos. Además, se desplazan muy rápido, a velocidades que pueden alcanzar los 300 kilómetros por hora sin demasiado problema, causando la devastación a su paso. Dicen los especialistas que en casos de erupciones como ésta, el mayor peligro se encuentra en los valles, ya que es allí donde suelen concentrarse los flujos a causa de su densidad.
Uno de los casos más mortíferos se produjo en 1902, en la isla de la Martinica, donde la erupción del volcán Pelée provocó un flujo piroclástico que aniquiló a los 30.000 habitantes de la ciudad de Saint-Pierre. Solo sobrevivió un preso que estaba encerrado en la prisión local, que le sirvió de refugio.
Fuente. ScienceAlert.
Vicente Fernández López