Ninguna de estas caras es una cara. Se trata de los disfraces disuasorios que emplean cientos de orugas tropicales para ahuyentar a sus posibles depredadores. Las fotografías han sido realizadas por el equipo de Daniel Janzen en el Área de Conservación Guanacaste (ACG) de Costa Rica. El biólogo estadounidense lleva 32 años estudiando las polillas y mariposas de la zona. En su último estudio, publicado en la revista PNAS, defiende que los pájaros que se alimentan de ellas están programados de forma innata para huir de rasgos que imiten una cara, y no necesitan aprender ese mecanismo a través de la experiencia.
Por eso, sus pequeñas presas han desarrollado formas que las hacen pasar por serpientes u otros animales, aunque no imiten específicamente a especies reales. El truco del camuflaje da resultado, especialmente en la penumbra de la selva.
Pero existen otros peligros para los que estas criaturas no tienen defensas. Por eso, Daniel Janzen nos ha pedido que transmitamos el siguiente llamamiento:
Hay un hecho crudo e innegable. Estas maravillosas orugas y pupas, y literalmente otras miles como ellas sólo sobrevivirán si salvamos su hábitat en la selva. Todas ellas viven en las selvas del Área de Conservación Guacanaste (ACG) al noroeste de Costa Rica. Podéis verla en esta página, en cuyo inicio encontraréis un botón de GoogleCheckout, con el que pueden realizarse donaciones de manera muy sencilla. CADA céntimo donado se utiliza para adquirir parcelas de selva que están en el mercado y otorgarles el estatus de parque nacional, garantizando así su conservación permanente. Para siempre. El precio de esta selva tropical es ahora mismo de 3.600 dólares por hectárea y cada hectárea contiene muchos miles de orugas y otros animales. TODA la selva del ACG ha sido adquirida con donaciones, más de 9.000 desde 1986, y esta es la única forma de evitar que sea deforestada y destruida para convertirla en zona agrícola convencional. Si los lectores de este artículo dedican sólo unos minutos a contribuir con lo que les costaría ir al cine y a cenar en un restaurante, podrían realizar una aportación muy significativa a la supervivencia de estos animales.