El recurso a los primates no humanos es uno de los puntos más controvertidos de la experimentación con animales. La nueva directiva europea que regula esta actividad especifica que su uso debe estar siempre justificado científicamente. Recientemente un grupo de científicos centroeuropeos firmó la Declaración de Basilea, un documento que pretende sacar a la luz pública el punto de vista de los científicos respecto a la experimentación animal. Uno de sus firmantes, Stefan Treue, director del Centro Alemán de Primates de Göttingen, nos recuerda los avances más significativos que se han logrado gracias a la investigación con nuestros parientes más cercanos en la familia evolutiva. En las siguientes imágenes de esta galería recogemos los ejemplos que nos ofrece.
Además, destaca que «sólo podemos entender cómo funciona nuestro cerebro cuando exploramos la comunicación entre las neuronas en un cerebro intacto. En el caso de las funciones cerebrales superiores, como por ejemplo la atención o el lenguaje, dependemos de los experimentos con animales cuyo comportamiento se acerca más al humano. Sólo así podemos obtener conclusiones aplicables a las personas y desarrollar nuevas terapias. Y lo mismo ocurre con el sistema inmunológico y la investigación de las infecciones».
En cuanto a la cláusula europea que prohibe la experimentación con grandes simios, excepto en un caso de emergencia sanitaria que suponga un peligro para la población, Treue advierte que «en el caso de una epidemia en Europa debida a un patógeno que sólo ataque a personas y grandes simios, no dispondremos de animales de experimentación con los que desarrolar vacunas o terapias. La cláusula de emergencia no tendrá ningún efecto, si en toda Europa no hay ningún lugar en el que se críen esos animales para experimentación».