Tras un mes de investigación por los mares del este de Australia, el navío científico Investigator ha desembarcado en Brisbane con toda una plétora de las más extrañas criaturas. Todas ellas adaptadas al océano abisal, oscuro, gélido, parco en alimento y sometido a una presión demoledora. Para sobrevivir, la evolución ha debido echar mano de estrategias que nuestro entorno ni imagina. Como producir tu propia iluminación a base de luminiscencia, dejarte flotar en las aguas para gastar menos energía o pasar la vida agazapado hasta que una presa se te cruce por delante.
En esta ocasión, un equipo internacional, bajo la dirección científica de Tim O’Hara, ha escudriñado siete reservas marinas a la caza de nuevos especímenes. El objetivo es conocer mejor los ecosistemas a unos 4.000 m de profundidad. Para ello han contado con un sónar de alta tecnología que ha realizado un mapeo del lecho marino. La recogida de muestras de tejido se ha realizado con un complejo equipamiento que se tardaba siete horas en sumergir y recoger en las zonas más profundas.
Aquí te presentamos una pequeña representación de las criaturas encontradas. A partir de su análisis, los expertos intentarán ahora averiguar algo más sobre cómo se distribuyen las cadenas tróficas en las zonas abisales y qué relaciones se establecen entre sus poblaciones. Hasta entonces, podemos conformarnos con contemplarlos.
© Rob Zugaro
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