La foto de satélite muestra la geometría resultante de la tala de árboles en el bosque amazónico en Bolivia. Este sistema genera áreas especialmente sensibles al fuego, y a la erosión. Acaban de medir cuánto carbono se ha liberado a la atmosfera desde estas fronteras

Cuando se corta un bosque, rara vez se corta por completo. Se tiende a cortarlo en secciones no siempre regulares, dejando en pie remanentes de vegetación. Desde el aire, parece un juego de geometría. Se generan miles de bordes, tantos que a menudo el conjunto de su perímetro supera el área de bosque en el que se encuentran.

Un exhaustivo estudio, publicado en Science Advances, han medido cuanto dióxido de carbono se ha liberado a la atmósfera en las zonas limítrofes entre los bosques amazónicos y allí donde la actividad humana ha ganado terreno. Esa frontera, marcada por la actividad de las máquinas, ya recibe un nombre propio, son los bordes de los boques fragmentados

CO2 liberado en los bordes de los bosques
A medida que los árboles crecen absorben el dióxido de carbono de la atmósfera y almacenan el carbono en sus troncos, ramas y raíces. El carbono total almacenado en los bosques, es más que todo el carbono en la atmósfera.
Esto se debe a que los árboles extraen carbono del aire durante la fotosíntesis, que luego almacenan durante largos periodos

Los bosques tropicales almacenan actualmente el equivalente a un siglo de emisiones de dióxido de carbono

Cuando el bosque desaparecer, el carbono almacenado se libera a la atmósfera. Los bosques amazónicos perdieron 947 millones de toneladas de carbono a lo largo de los bordes deforestados entre 2001 y 2015, un tercio de la cantidad de carbono perdido debido a la deforestación en el mismo período de tiempo, según un nuevo estudio.

Los hallazgos apuntan a los frágiles bordes deforestados como una fuente significativa de pérdida de carbono que antes no se había medido.

Además, mientras que la pérdida de carbono debido a la deforestación amazónica disminuyó en aproximadamente 7 millones de toneladas por año durante este tiempo, las pérdidas de carbono en los bordes deforestados se mantuvieron sin cambios.

Los bosques tropicales, que almacenan más de la mitad del carbono sobre el suelo del planeta, han disminuido en un 10% entre 1990 y 2015 debido a las actividades humanas.

Además de disminuir, estos bosques se están fragmentando cada vez más, dejando los árboles vulnerables a los vientos turbulentos y a un mayor riesgo de incendio.