Los cachalotes, un cetáceo como las ballenas, aprendieron unos de otros para escapar de la caza con arpón durante el siglo XIX

El cachalote no es una ballena, aunque pertenece al orden de los cetáceos. Es el mamífero con dientes más grande que existe y el animal que nada a mayor profundidad. Su cabeza en forma cuadrada es la manera más sencilla de distinguirlo de las ballenas.

Tanto ballenas como cachalotes albergan en su cuerpo sustancias que han sido de interés comercial durante mucho tiempo. Entre los siglos XVIII y finales del siglo XX el cachalote, en concreto, se cazó intensamente para conseguir tanto el espermaceti como el ámbar gris. El primero es una especie de cera blanca que se extrae de su cráneo, a pesar de que también se conozca como esperma de ballena. Se utilizaba para hacer velas, jabón, cosméticos, como los pintalabios, y aceite de uso industrial.

El ámbar gris, en cambio, se considera el producto más valioso de la industria ballenera. Es una secreción de los intestinos del cachalote que se utiliza como fijador en perfumería o en medicina y saborizantes. Durante más de un siglo estos preciados productos llevaron a la caza indiscriminada de ballenas y cachalotes, y pusieron a estos animales al borde de la extinción. Pero los cachalotes tenían un arma secreta: su inteligencia.

Cómo se comunican los cachalotes

Un equipo de científicos especializados en el estudio de los cetáceos ha podido comprobar que entre 1819 y 1844 el arponeo con éxito de los cachalotes avistados se redujo en un 58%. Según sus comprobaciones, publicadas en The Royal Society, los grandes animales habrían aprendido a comunicarse entre ellos para evitar los arpones de los balleneros.

Los investigadores han analizado las versiones digitales de los cuadernos de bitácora, los diarios de navegación de un barco, de los balleneros estadounidenses del norte del Océano Pacífico durante los primeros años de explotación industrial.

En estos cuadernos, se apuntaba la posición del ballenero, el avistamiento de cachalotes y la cantidad que habían arponeado o abatido. En total se han analizado datos correspondientes a 77.749 días de navegación en busca de cachalotes. De estos días, se observaron cachalotes en 2.405 de los viajes.

alistamientos de cachalotes

Avistamientos de cachalotes con fecha estimada, a escala de 1.000 km. Fuente: The Royal Society

¿Hay otra forma de explicar este descenso la puntería de los arponeros? Los investigadores se han planteado hipótesis como el empeoramiento de la habilidad de los arponeros, a medida que aumentaba la explotación y era más difícil encontrar especialistas, o la disminución de cachalotes vulnerables. Sin embargo, estas teorías no conseguían explicar semejante disminución en tan poco tiempo.

La explicación que más se ajusta a los datos es que los cachalotes aprendieron a evitar los arpones, y se enseñaron unos a otros. Un estudio de la Universidad de Dalhousie, en Canadá, descubrió que los grupos de cachalotes están formados por una media de dos unidades sociales de hembras y sus crías, que generalmente permanecen agrupadas durante una o dos semanas. De ellas se separan los machos más adultos que nadan juntos o en solitario.

Según los investigadores, el aprendizaje social de los cachalotes se trasmitió por parte de los que habían tenido una experiencia previa con balleneros a los demás componentes de la unidad social.

Humanos y orcas, los depredadores de los cachalotes

Los balleneros de entre los siglos XVIII y XX eran embarcaciones a vela. Cuando tras varios días de búsqueda, se avistaban las ballenas o cachalotes, los balleneros remaban hacia ellas en botes, con el objetivo de lanzarles arpones, un proceso que podía durar horas. Si el animal moría, era remolcado al ballenero para su aprovechamiento.

Según los investigadores, los cachalotes, a través de sus sistemas de ecolocalización y comunicación, probablemente percibían y coordinaban su comportamiento a varios kilómetros de distancia. El sonido emitido por los cachalotes es, de hecho, el más intenso producido por ningún otro animal.

Antes de los humanos, el depredador más importante de los cachalotes eran las orcas. Para defenderse de ellas, los cachalotes se movían lentamente y en conjunto en la superficie y luchaban con sus mandíbulas o aletas. Pero esa estrategia aunque podía utilizarse contra los botes de los balleneros, no servía contra el gran barco a vela.

Un gran cachalote llegó a hundir un ballenero, inspirando así al escritor de Moby Dick

Los propios balleneros anotaron los métodos defensivos que parecía que estaban adoptando los cachalotes: la comunicación del peligro dentro del grupo, la huida o el ataque a los balleneros. El caso más conocido, y que inspiró a Herman Melville a escribir Moby Dick, es que un gran cachalote embistió y provocó el hundimiento del ballenero Essex en 1820.

Sobrevivir a la caza con arpón

La caza comercial de ballenas se prohibió en 1986 por una moratoria de la Comisión Ballenera Internacional (CBI). Sin embargo, países como Islandia, Noruega o Japón siguen cazando ballenas bajo la excusa de “fines científicos” para estudiar al animal.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza cataloga al cachalote como especie vulnerable debido a la disminución de su población en el Atlántico. En el Mar Mediterráneo, en cambio, está considerada como especie en peligro. Actualmente se estima que hay aproximadamente 360.000 cachalotes repartidos en todo el mundo, sólo el 32% de los que habría a principios del siglo XIX, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica.

Los enormes mamíferos también corren peligro ante las colisiones con embarcaciones, la pesca con palangre, cuyas redes reposan en el mar y en las que pueden quedar atrapados accidentalmente, o la basura marina. También sufren la amenaza del cambio climático que influye en la disponibilidad de alimentos.

REFERENCIAS

Adaptation of sperm whales to open-boat whalers: rapid social learning on a large scale?