Su nombre, Tomafran, no es una broma. Es un nuevo producto, medio tomate y medio azafrán, con el valor de ambos

Tomafran es el resultado de una investigación llevada a cabo por el el Instituto Botánico de la UCLM y, a pesar de que su nombre parece de broma, no lo es. Tomafran es solo un ejemplo de lo que será la comida en un futuro próximo. Las técnicas de mejora vegetal, con lo que ha avanzado la edición genética, permiten mejorar productos tan comunes y queridos como el tomate, enriqueciéndolos con el aporte de moléculas conocidas por la industria farmacéutica, en este caso, las del azafrán.

Así, Tomafran es un nuevo producto de huerta, aunque aún es solo un producto de laboratorio.

Tomafran, según el estudio, incorpora moléculas del azafrán que se han mostrado eficaces contra  trastornos neurológicos en un modelo de Caenorhabditis elegans (una especie de nematodo). Es decir, al menos en el elegans, y en condiciones de laboratorio, se ha mostrado eficaz para retardar la enfermedad de Alzheimer. Estos estudios se van a realizar en otros modelos como animales y posteriormente se harán ensayos en humanos.

Las moléculas que aprovecha la farmacia

Hay una moléculas vegetales, los apocarotenoides, que ya utiliza el sector farmacéutico, por su demostrado beneficio para la salud al prevenir o controlar enfermedades crónicas o sus síntomas. Entre estos compuestos destacan los Apocarotenoides del azafrán: crocinas y picrocrocina, que son responsables de las propiedades organolépticas y medicinales del azafrán, que incluyen, entre otros, efectos antiinflamatorios, antidepresivos, antienvejecimiento y cicatrización de heridas.

Con la edición genética, lo que han conseguido es que Tomafran produzca esas moléculas de un modo natural, y preserve, además, las propiedades antioxidantes del tomate.

La idea es que los alimentos de un futuro muy cercano sean cada vez más saludables, y la edición genética tiene mucho recorrido.

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