Los delfines se comunican mediante silbidos que incluyen su identidad dentro de un grupo, y que dependen más de su entorno y su familia que de su variación genética

«Soy el delfín Paco, y vivo con un grupo pequeño de delfines, rodeado de algas». Todo eso es lo que pueden estar transmitiendo los delfines con sus silbidos, según un artículo publicado en la revista Nature Scientific Reports. Los investigadores han estudiado los silbidos característicos producidos por seis unidades geográficas distintas del delfín mular común (Tursiops truncatus) en el mar Mediterráneo. Sus resultados muestran que es el entorno oceánico local y la demografía de su población, y no la genética, lo que mejor explica las diferentes longitudes y tonos de los silbidos.

Muchos animales usan señales acústicas para comunicarse, desde los insectos hasta los mamíferos, pasando por supuesto por los pájaros. Estas señales tienen distintos propósitos, como la selección sexual, la cohesión social, el reconocimiento individual y grupal, la defensa de los recursos y la competencia.

En el caso de los cetáceos (ballenas, delfines y marsopas), dependen de la comunicación acústica para orientarse, localizar comida, reproducirse y evitar a los depredadores. Esto hace que hayan desarrollado un lenguaje variado y complejo, que permite transmitir información relacionada con la identidad del emisor (individuo, grupo social, población, especie), su posición y lo que hace en ese momento.

Además, hay señales individuales destinadas a identificar al emisor, como ocurre en los delfines mulares. Estos delfines, comunes en el Mediterráneo, viven en sociedades de fisión-fusión en las que el reconocimiento individual, el mantenimiento del contacto y la coordinación del grupo son gestionadas por medio de silbidos, sonidos modulados en frecuencia.

Los silbidos utilizados para identificar al emisor se conocen como silbidos de firma. Se producen principalmente cuando un animal se separa de sus congéneres y permite asegurar la cohesión social. El silbido de firma, que es como el nombre de un delfín, se desarrolla durante el primer año de su vida y parece que se moldea al escuchar los silbidos de los congéneres.

Utilizando 188 horas de datos acústicos grabados, el equipo de la Dra. La Manna analizó las diferencias en los silbidos característicos entre seis poblaciones geográficamente distintas de delfines mulares comunes en el Mar Mediterráneo.

Los lugares eran Port Cros, en la Costa Azul, Alghero, en el mar de Cerdeña, y Ostia-Fiumicino, en el mar Tirreno (todos ellos considerados la región occidental del Mediterráneo); Cres-Losinj, en el mar Adriático, y el golfo de Corinto, en el mar Jónico (ambos considerados orientales); y Lampedusa, en el estrecho de Sicilia (considerado meridional).

Los investigadores identificaron 168 silbidos característicos individuales y trazaron variaciones en las características acústicas, como la duración y los cambios de tono. Analizaron la influencia de la región (un indicador de la variación genética), el lugar geográfico, el entorno oceánico local (por ejemplo, si el fondo marino era fangoso o estaba cubierto de hierbas marinas) y la demografía de la población en las diferencias entre los silbidos característicos.

Curiosamente, el entorno oceánico local y la población de cada grupo fueron los factores que más influyeron en la variación de los silbidos individuales de cada delfín. Por ejemplo, los silbidos característicos en zonas con pastos marinos, como Lampedusa y Puerto Cros, eran más agudos y de menor longitud en comparación con los de un fondo marino fangoso.

Del mismo modo, los delfines de grupos pequeños, como los del Golfo de Corinto, tenían silbidos característicos con más cambios en el tono que entre las poblaciones más grandes. La conclusión es que los delfines definen el silbido que les identifica haciendo referencia a su grupo y al sitio donde viven, más que a diferencias genéticas entre individuos.

REFERENCIA

Determinants of variability in signature whistles of the Mediterranean common bottlenose dolphin