Un descubrimiento podría acabar con la desaparición mundial de anfibios protegiéndolos de infecciones

Un hongo que devasta ranas y sapos en casi todos los continentes puede tener un talón de Aquiles. Los científicos han descubierto un virus que infecta al hongo y que podría modificarse para salvar a los anfibios de la extinción.

El hongo, Batrachochytrium dendrobatidis o Bd, hace estragos en la piel de ranas y sapos, y acaba provocando insuficiencia cardíaca. Hasta la fecha ha contribuido al declive de más de 500 especies de anfibios y a 90 posibles extinciones, entre ellas las ranas de montaña de patas amarillas de las Sierras y la rana dorada panameña.

Un nuevo artículo en la revista Current Biology documenta el descubrimiento de un virus que infecta la enfermedad de Bd y que podría manipularse para controlar la enfermedad fúngica. Los investigadores de la Universidad de California en Riverside que hallaron el virus están entusiasmados con las implicaciones de su descubrimiento. Además de ayudarles a aprender cómo surgen y se propagan los hongos patógenos, ofrece la esperanza de acabar con lo que denominan una pandemia mundial de anfibios.

«Las ranas controlan los insectos nocivos, las plagas de los cultivos y los mosquitos. Si sus poblaciones se colapsan en todo el mundo, podría ser devastador», afirma Mark Yacoub, estudiante de doctorado en microbiología de la UCR y autor del artículo.

«También son el canario en la mina de carbón del cambio climático. A medida que aumenta la temperatura, se intensifica la luz ultravioleta y empeora la calidad del agua, las ranas reaccionan. Si desaparecen, perderemos una importante señal medioambiental», explica Yacoub.

El Bd no era frecuente antes de finales de la década de 1990, pero entonces, «de repente, las ranas empezaron a morir», dijo Yacoub.

Cuando descubrieron el virus que infectaba a las ranas, Yacoub y el profesor de microbiología de la UCR Jason Stajich habían estado trabajando en la genética de poblaciones de Bd, con la esperanza de comprender mejor de dónde procedía y cómo estaba mutando.

«Queríamos ver en qué se diferencian las distintas cepas del hongo en lugares como África, Brasil y Estados Unidos, igual que se estudian las distintas cepas del COVID-19», explica Stajich. Para ello, los investigadores utilizaron la tecnología de secuenciación del ADN. Al examinar los datos, observaron algunas secuencias que no coincidían con el ADN del hongo.

«Nos dimos cuenta de que estas secuencias extra, cuando se juntaban, tenían las características de un genoma viral», dijo Stajich.

Anteriormente, los investigadores habían buscado virus Bd, pero no los encontraron. El hongo en sí es difícil de estudiar porque se requieren procedimientos complejos para mantenerlo vivo en un laboratorio.

«También es un hongo difícil de seguir porque tiene una fase vital en la que es móvil, tiene un flagelo, parecido a una cola de espermatozoide, y nada de un lado a otro», explica Stajich.

Además, el virus que infecta a Bd era difícil de encontrar porque la mayoría de los virus conocidos que infectan hongos, llamados micovirus, son virus ARN. Sin embargo, este virus es un virus de ADN monocatenario. Al estudiar el ADN, los investigadores pudieron ver el virus atrapado en el genoma del hongo.

Parece que sólo algunas cepas del hongo tienen el virus en su genoma. Pero las infectadas parecen comportarse de forma diferente a las que no lo tienen. «Cuando estas cepas poseen el virus producen menos esporas, por lo que se propaga más lentamente. Pero también pueden volverse más virulentas y matar a las ranas con mayor rapidez», explica Stajich.

En la actualidad, el virus está atrapado en el genoma del hongo. A los investigadores les gustaría clonar el virus y ver si una cepa de Bd infectada manualmente también produce menos esporas.

«Como algunas cepas del hongo están infectadas y otras no, esto subraya la importancia de estudiar múltiples cepas de una especie fúngica», dijo Yacoub.

En el futuro, los investigadores tratarán de comprender mejor el funcionamiento del virus. «No sabemos cómo infecta el virus al hongo ni cómo se introduce en las células», explica Yacoub. «Si vamos a diseñar el virus para ayudar a los anfibios, necesitamos respuestas a preguntas como éstas».

En algunos lugares, parece que hay algunas especies de anfibios que están adquiriendo resistencia al Bd. «Al igual que con el COVID, hay una lenta acumulación de inmunidad. Esperamos ayudar a la naturaleza a seguir su curso», afirma Yacoub.

REFERENCIA

An endogenous DNA virus in an amphibian-killing fungus associated with pathogen genotype and virulence

Foto: Rana dorada de Panamá al borde de la extinción. Crédito: BRIAN GRATWICKE/U.S. FISH & WILDLIFE SERVICE