Una reciente revisión de estudios encuentra una relación entre el hecho de vivir solos con la aparición de la depresión
Es una tendencia en aumento: cada vez más personas viven solas. Se dan diversos factores, el más reciente la pandemia de COVID-19, que hacen que cada vez haya más personas aisladas socialmente. Este aislamiento tiene un precio: las investigaciones han comprobado que vivir solo, en comparación con vivir con otras personas, aumenta el riesgo de depresión en un 42%.
Una revisión de estudios publicada en la revista Frontiers in Psychiatry, reunión los datos de 239 estudios, de los cuales incluyeron finalmente siete para el metanálisis. En total, los estudios sumaban 123.859 participantes (sin antecedentes de psicosis), de los que el 65% eran mujeres.
El análisis de los datos mostró que vivir solo está asociado con riesgo un 42% mayor de depresión que vivir acompañado. Vivir solo aumenta el riesgo de desarrollar depresión más en los hombres que en las mujeres, en los mayores que en los jóvenes y en los habitantes de zonas rurales que en los urbanos.
Varios metanálisis anteriores también habían concluido que vivir solo es un factor de riesgo para la depresión; sin embargo, sólo habían utilizado estudios transversales. El presente análisis, en cambio, utilizó datos de estudios longitudinales. A pesar de las distintas metodologías, los resultados fueron similares.
La epidemia de soledad
Muchos expertos advierten de que estamos en medio de una epidemia de soledad, que se ha acentuado por la pandemia de COVID-19. Casi una de cada tres personas que residen en los países occidentales viven solas. La soledad en su acepción psicológica se refiere a la discrepancia entre las relaciones deseadas y las logradas. Es decir, no cuenta cuando las personas eligen la soledad, solo cuando están solas, pero desean compañía. Esto incluye tanto la incapacidad para hacer amigos como la de establecer relaciones íntimas satisfactorias.
La soledad se asocia a una serie de comportamientos, como estrategias de regulación emocional maladaptativas (que son perjudiciales), lo que incluye un mayor uso de las redes sociales, un mayor miedo a perderse algo, el gasto excesivo y el materialismo.
Otras investigaciones han podido comprobar que la soledad está asociada al deterioro dela salud física y mental. Es un factor de riesgo de depresión, aumenta la sensibilidad al dolor y se ha relacionado con la muerte prematura.
El aislamiento social también puede ser un factor de riesgo para muchas afecciones relacionadas con la salud, como enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares, diabetes, y la salud mental, en particular la depresión.
En el caso de la depresión, hay varias explicaciones posibles. Por un lado, las personas que viven solas pueden estar en peor situación económica, tener menos contacto social y apoyo social, tener peor salud física o mental o peores hábitos de salud. Todos estos factores contribuyen a la incidencia de depresión.
La buena noticia es que existen nuevas intervenciones psicológicas y tratamientos farmacológicos más eficaces para la depresión que los antidepresivos tradicionales, entre ellas las inyecciones de Botox, la terapia con ketamina intravenosa, y la psilocibina.
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