A la hora de pedir limosna, parecer pobre es una desventaja, como revela un experimento de campo realizado en Nueva York y Chicago

¿A quién darías más dinero para los sin techo, a un hombre sencillo o a un hombre bien vestido con traje? En realidad, cabe esperar que estemos más dispuestos a ayudar a una persona con aspecto de necesitada, pero ocurre lo contrario. Estos son los resultados del estudio del psicólogo Bennett Callaghan, de la Universidad de Nueva York, y sus colegas de las universidades de Columbia y Yale en la revista Frontiers in Psychology.

El autor del estudio, Callaghan, investiga las causas y posibles soluciones de la desigualdad social en el Stone Center for Socio-Economic Inequality. Para el experimento, él mismo actuó como mendigo en las calles de Nueva York y Chicago. Los días laborables, se sentaba en la calle y pedía un donativo para los sin techo con un vaso de papel y un cartel. Este psicólogo barbudo vestía, o bien unos vaqueros oscuros lisos y una camiseta azul, o bien un traje oscuro con camisa blanca y corbata azul, y el pelo bien peinado con gomina. En total, pasaron por delante de él unas 4.500 personas, y en ambas condiciones ni siquiera una de cada 50 personas hizo un pequeño donativo.

Pero la sorpresa es que con traje y corbata conseguía de media dos veces y media más dinero que con el vestuario modesto. Callaghan llegó a recibir donaciones de cinco dólares o más, pero solo en traje, según informa su equipo de investigadores en un comunicado de prensa. Los científicos confirmaron que donaban el dinero recaudado en el experimento a organizaciones benéficas para personas sin hogar.

Para los psicólogos autores del estudio, el motivo no due que causara sorpresa el espectáculo de un hombre trajeado pidiendo limosna. Si lo hubiera sido, habría sido de esperar que los transeúntes hubieran reaccionado de alguna otra manera, por ejemplo diciéndole algo. Pero no fue así. Una encuesta de seguimiento demostró que el mendigo era juzgado de forma diferente en función de su vestimenta. Según los transeuntes, con traje parecía más competente, afectuoso e incluso más humano, y los encuestados se sentían más afines a esta persona y más inclinados a darle limosna.

La similitud percibida hace que las personas se sientan más compasivas, explican los investigadores. Los símbolos de estatus, como la ropa, servían como signo de reconocimiento: Quienes son comparativamente ricos tienen más probabilidades de reconocerse en una persona cuya apariencia sugiere un estatus similar, y esto fomenta la voluntad de ayudar. A la inversa, la presunta pertenencia a una clase social menos privilegiada puede poner límites a la disposición a ayudar.

REFERENCIA

The influence of signs of social class on compassionate responses to people in need