La Viagra es el nombre comercial del sildenafilo o sildenafil. Este fármaco fue sintetizado por la empresa Pfizer para su uso en la hipertensión arterial y la angina de pecho, ya que es un potente vasodilatador. Las primeras pruebas indicaron que los efectos en la angina eran ligeros, pero descubrieron que podía inducir notables erecciones de pene.

Por ello, la multinacional farmacéutica prefirió comercializar este nuevo producto para combatir la disfunción eréctil. La Viagra es patentada en 1996, y aprobada para su uso en EE.UU. en 1998. El éxito fue inmediato: las ventas anuales en el periodo 1999-2001 superaron los mil millones de dólares.

La dosis más habitual es 50 mg; no se debe superar los 100 mg y se desaconseja consumir más de una dosis diaria. Al cabo de los años, también se ha recetado para el tratamiento de la hipertensión pulmonar.
Las empresas no quieren limitarse al mercado masculino. Los productos farmacéuticos para combatir la disfunción sexual femenina son cada vez más numerosos. Productos como Vagifem, Ovestin, Premarin o Estring se presentan como soluciones contra los problemas sexuales femeninos. Otros productos, como el inhalador Pt 141 (bremelanotide) para activar el deseo sexual femenino se han quedado por el camino. Se ha demostrado que esta sustancia puede provocar hipertensión arterial.

La competencia de Viagra
El gran negocio que abrió Viagra despertó pronto la competencia. Además de este producto, hoy se comercializan las marcas Levitra y Cialis. Esta última surte efecto en 30 minutos, y su acción dura hasta 48 horas. Levitra fue protagonista de una polémica. Su productora, la multinacional Bayer, tuvo que retirar una campaña de promoción por su tono machista.

Los investigadores siguen trabajando para combatir este problema. La empresa Palatin Technologies estudia una versión sintética de una hormona, el polipéptido estimulador del melanocito alfa (alfa-MSH), que provoca erecciones en los hombres e incrementa su interés por el sexo. Y Morten Kringelbach, de la Universidad de Oxford, ha desarrollado el primer chip sexual.

La historia nos recuerda que la disfunción eréctil ha preocupado desde siempre. Se ha probado con casi de todo: la ingestión de testículos de toro o la cantárida, un insecto que se ingiere en polvo. Se cuenta que Fernando el Católico, ya viudo, tomó esta última sustancia para dar la talla con su joven esposa Germana de Foix.

Viagra: ¡no la compre en Internet!
No sabemos cuántos de ellos la tomarán, pero sí que es el producto estrella de los spammers: se estima que el 25% del correo basura en Internet está relacionado con la venta ilegal de Viagra. Un experimento del fabricante de antivirus McAfee comprobó que la mayoría de los correos ofrecían alargamientos de pene, medicinas y viagra. Y es que se trata de uno de los negocios más ‘potentes’ de la red: las falsificaciones, que no necesitan receta, proporcionan unos beneficios de un 2.000%. India y China encabezan la clasificación de copias.

Pero por mucho que prometan a precios de saldo, es mejor comprarlas en la farmacia de toda la vida. La mayoría de lo que se vende ni siquiera tiene el principio activo, sildenafilo. Un 60% de las falsificaciones carece de los ingredientes básicos, un 19% tiene compuestos erróneos y un 16% es dañino. Un participante del experimento de McAfee compró una caja y solo tenía un 5% de pureza.

Redacción QUO