Las inyecciones de botox administradas en el entrecejo pueden retrasar entre sus receptores el mecanismo de reconocimiento de las expresiones de enfado o tristeza. Es la conclusión de un estudio publicado en la revista Psychological Science.
Los responsables del trabajo analizaron a 40 personas antes y después de que les hubieran inyectado el Botox. Los investigadores, de la Universidad estadounidense de Wisconsin-Madison, descubrieron que los pacientes tardaban un mes más en procesar las expresiones de enojo y tristeza y fruncir el ceño. Sin embargo, el tiempo requerido para procesar las declaraciones de felicidad no cambió.
Según el autor principal de la investigación, David Havas, el Botox provoca una especie de leve ceguera cognitiva temporal a la información social sobre las emociones de otras personas. El experto concluye que este hecho podría ser perjudicial para sus usuarios, ya que podrían perderse señales sutiles a la comprensión de los sentimientos de las personas de su entorno.
Redacción QUO
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