Parece un remake de Mientras dormías, aunque los protagonistas llevan bata blanca y no tienen el encanto de Sandra Bullock. Eso sí, aseguran que han conseguido lo mismo que los susurros de la actriz: comunicarse con enfermos en estado vegetativo. Un grupo de científicos británicos y belgas dice que las personas en esta situación mantienen cierto nivel de actividad cerebral, mínimo, pero suficiente para contestar a preguntas básicas con un “sí” o con un “no”, lo que podría suponer un avance espectacular, porque uno de los dogmas de la neurología establecía hasta ahora que una persona con un daño cerebral grave queda irremediablemente aislada del mundo que la rodea. Si los resultados de la investigación se confirmaran, según estos neurólogos abriría la posibilidad a que los enfermos decidieran en el futuro si quieren que se les practique o no la eutanasia.

Sin embargo, otros se tientan la ropa cuando se habla de esto. “Está bien darle dimensiones máximas a esta investigación, pero pensar que una persona en este estado puede llegar a decidir algo así sería hacer castillos en el aire”, dice Esteban García Albea, neurólogo del Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares, Madrid. Al conocer los resultados de la investigación anglo-belga, muchos neurólogos han recordado que con el mismo entusiasmo se anunció en noviembre que Rom Houben, en estado vegetativo desde hacía 23 años, en realidad había sido mal diagnosticado y su cerebro funcionaba casi a la perfección. El neurólogo que lo anunció, Steven Laureys, del Grupo de Ciencias del Coma de la Universidad de Lieja, incluso enseñó a su madre un método con el que comunicarse con su hijo por medio de un teclado especial.

Laureys, quien también ha participado en el estudio que se ha hecho público ahora, anunció semanas después que el paciente había presionado con un pie un botón para indicar “sí” a una pregunta. En febrero de este año se descubrió el fraude: Laureys tuvo que reconocer que Houben es incapaz de comunicarse con nadie. La polémica está servida. Con este precedente, la nueva investigación, pese a haber sido publicada en el New England Journal of Medicine, nace lastrada por la duda. Los investigadores aseguran que en cinco de los 54 enfermos en estado vegetativo que analizaron se activaban las regiones cerebrales implicadas en las respuestas motora y espacial, pero lo novedoso del experimento sucedió con uno de ellos. Cuando respondió a la pregunta “¿tu padre se llamaba Thomas?”, la resonancia magnética comprobó que en el cerebro del joven, sin rastro de vida desde hace 7 años, se activaban las mismas zonas que lo hacen en una persona sana. Acertó 5 de las 6 preguntas que le hicieron.

“Esto no es más que el principio, porque esta técnica podría permitir a los pacientes expresar sus sentimientos, o incluso tomar decisiones sobre su estado”, explicó en un comunicado Steven Laureys. Los investigadores dicen que a los enfermos se les podrá preguntar, por ejemplo, si sienten dolor, y entonces recetarles algún medicamento, o conocer su estado anímico. También podrán contactar con sus familiares, que pensaban que los habían perdido para siempre. Y hablando de personas que parecen estar muertas, inmediatamente surge la pregunta: ¿Podrá un enfermo en estado vegetativo decidir si quiere que le practiquen la eutanasia?

Preguntas y respuestas
Lo que algunos neurólogos dudan es que, basándose en estas pruebas, una persona con el cerebro “desaparecido” pudiera tomar decisiones. Dicen: sabemos que ellos responden, pero ¿pueden entender la pregunta? Y por supuesto, no pueden matizarla. Antes de sacar conclusiones apresuradas, Esteban Pérez Martínez, director de la Fundación Española de Enfermedades Neurológicas, cree que habría que ver si las “respuestas” que han obtenido los investigadores “son algo voluntario o reflejo”. Para averiguarlo, habría

que hacer la misma serie de preguntas que le plantearon al enfermo muchas más veces. De esa investigación quizá se concluyera que el joven no estaba exactamente en estado vegetativo, sino en algún estadio de mínima conciencia, muy habitual. El 20% de las personas que sufren un daño grave en el cerebro entran en coma días o semanas; la mayoría se recupera, pero del 3 al 5% queda atrapado en alguno de estos estados.

“Lo que tiene que quedar claro es que esta investigación no cambia el pronóstico de estos enfermos, que tienen el cerebro desaparecido irreversiblemente”, apunta García Albea.

El enigma del cerebro
El término “estado vegetativo” se acuñó hacia 1972, y describe a los pacientes que, tras sufrir un coma, evolucionan hacia una condición en la que no recuperan la conciencia de sí mismos ni de su entorno, aunque sí que tienen ciclos de sueño-vigilia. Los neurólogos han ido conociendo esta situación y otras cercanas, como la mínima conciencia, gracias a la resonancia magnética, “que ha permitido establecer la anatomía de las funciones cerebrales”, según García Albea.

Sin embargo, la técnica médica está muy lejos todavía de hacer transparente el cerebro, como ha hecho con otras partes del cuerpo. “Vivimos en una docta ignorancia sobre casi todo lo que tiene que ver con él; por ejemplo, todavía no sabemos dónde está el origen de la jaqueca”, explica el doctor García Albea.

Sobre el estado más enigmático del cerebro, el vegetativo, la medicina no ha hecho más que empezar. Con la investigación anglo-belga, los neurólogos creen que podría abrirse un canal de comunicación, pero de momento se parece a una muy mala conexión de teléfono móvil.

Entre la vida y la muerte.

Los familiares de los enfermos en estado vegetativo esperan que tarde o temprano “despierten”, pero muy pocos lo hacen. Ninguno de los especialistas consultados por Quo ha conocido en toda su carrera profesional a ningún paciente que haya salido de una situación similar; sí de estados, como el de mínima conciencia, con el que a veces se confunde el estado vegetativo. Lo cierto es que los casos que saltan a los medios de pacientes que sobreviven en esta situación durante años son extraordinarios. La esperanza de vida de dos de cada tres enfermos no supera los dos años, y un 80 o un 90% muere antes de cinco años por causas que no guardan relación con la lesión que han sufrido. “La mayoría muere por complicaciones derivadas de su larga estancia en el hospital”, apunta el doctor García Albea.

[image id=»17131″ data-caption=»Rom Houben. En 1983, quedó en estado vegetativo. En noviembre de 2009, el neurólogo belga Steven Laureys le reevaluó y dijo que su cerebro “funcionaba casi a la perfección”. En febrero de este año, tuvo que reconocer que era incapaz de comunicarse.» share=»true» expand=»true» size=»S»] [image id=»17132″ data-caption=»Salvatore Crisafulli. Permaneció en coma profundo tras un accidente de tráfico en 2003, y dos años después “despertó”. Los médicos les decían a los familiares que no era consciente, pero él asegura que entendía todo lo que decían a su alrededor. » share=»true» expand=»true» size=»S»] [image id=»17133″ data-caption=»Eluana Englaro. Después de 17 años en estado vegetativo, la Corte Suprema de Italia le concedió a su padre, Beppino Englaro, el derecho a desconectarla de las máquinas que la mantenían con vida. » share=»true» expand=»true» size=»S»]
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Cerebros distintos, respuestas iguales

En el cerebro de una persona sana y en el de algunas en estado vegetativo se activan las mismas zonas cuando se les plantea preguntas que requieren un “sí” o un “no” por respuesta. Los investigadores deducen de ello que conservan actividad cerebral.

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¿Qué es qué?

En qué se diferencia el estado vegetativo del coma? En ambos, el metabolismo craneal se ha reducido al menos un 50%, pero se distinguen en que, mientras entre los enfermos en coma permanece más o menos activa la corteza cerebral, las personas en estado vegetativo se han quedado sin ella. “La pierden por falta de oxígeno, y solo sobrevive el tronco cerebral”, explica el doctor Esteban García Albea. Cuando ni siquiera este, responsable de los movimientos reflejos, registra actividad, se produce la muerte cerebral. Tras cinco días en esta situación, se certifica el fallecimiento.

Redacción QUO