La sincronización es un requisito primordial en el desarrollo de tareas complejas, quien toca la guitarra o juega al tenis lo sabe muy bien. Recientemente, científicos del MIT han estudiado los circuitos cerebrales que controlan el canto de las aves y han identificado una reacción en cadena en el cerebro que controla el tempo de la canción.
El canto analizado es el del diamante mandarín ( Taeniopygia guttata) que dura, habitualmente un segundo y consiste en silbidos múltiples cuya sincronización es prácticamente idéntica entre un canto y el siguiente. “Este es un modelo excelente para estudiar cómo el cerebro controla acciones complejas” asegura Michael Fee, miembro del Instituto McGovern de Investigación Cerebral del MIT.
El tempo de una canción está controlado en el cerebro por una zona llamada HVC (High Vocal Center, Centro Vocal Alto en inglés). Durante la canción, diferentes neuronas en esta región se activan repentinamente en un punto preciso de la melodía. Así cada neurona envía las instrucciones correctas a los órganos vocales durante la canción.
La pregunta obvia es ¿cómo saben las neuronas sincronizarse de este modo? Aparentemente es una cuestión de secuencia, como las fichas de un domino que caen una a una: “si una neurona comete un error en su momento, cada neurona subsiguiente se desactiva.” señala Michael Long, de la Universidad de Nueva York y coautor, junto a Fee entre otros, del trabajo publicado en la revista Nature.
Los científicos del MIT también descubrieron que esta cadena no se rompe fácilmente, un hallazgo importante ya que “es la primera vez que comprendemos cómo se genera un comportamiento adquirido. Y este procedimiento probablemente exista en otros cerebros, incluido en el nuestro”.
Juan Scaliter