Paul Thompson, profesor de Neurología de la Universidad de California, a partir de imágenes obtenidas mediante resonancia magnética, ha ideado una forma de representar cómo varía la estructura del cerebro de una persona a otra, incluso entre sujetos normales. Los colores fríos (azul, morado) representan las áreas de menor variabilidad en una enfermedad concreta, y los cálidos (rojo, amarillo), las de mayor. El tamaño de cada “piedra” indica la extensión de la enfermedad en una zona. Ya tiene aplicaciones médicas: se está utilizando para comprobar los cambios que se registran con los años en el cerebro de enfermos de alzheimer.
Redacción QUO
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