Durante cinco años, Aixa Morales y Ruth Diez del Corral, con su equipo de investigadores del Instituto Cajal del CSIC han analizado, casi minuto a minuto, el desarrollo de embriones de pollo con el propósito de descubrir los desencadenantes de un evento único: el inicio de la conexión del cerebro con los órganos.

Es la propia Ruth Diez del Corral quien me aclara que las células nerviosas del cerebro no conectan con los órganos directamente sino que lo hacen conectando con el sistema nervioso periférico y generalmente utilizando además neuronas de la médula espinal como intermediarias. Así que todo comienza cuando una población de células (llamadas células de la cresta neural) que se encuentran en el tubo neural embrionario (el origen de la médula espinal y el cerebro) emigran de manera progresiva y colonizan tejidos y órganos para formar el tejido nervioso periférico. El equipo de científicos del CSIC ha identificado las señales clave que desencadenan el momento de la salida de estas células precursoras a partir del tubo neural, un requisito indispensable para conectar los órganos del cuerpo al sistema nervioso central (cerebro y medula espinal).

Los resultados de esta investigación muestran que, de hecho, estas señales son las mismas que las que determinan cuando empiezan a formarse las neuronas de la médula espinal y por tanto coordinan la formación de estos dos sistemas nerviosos que en el adulto deben funcionar en estrecha colaboración.

Ver cómo esto sucede, cómo se forma esta parte del sistema nervioso y de qué modo se conecta a los órganos es un privilegio fruto de muchos años de trabajo y del desarrollo de diversas técnicas que se benefician del uso del embrión de pollo como organismo modelo.

Las investigadoras me confirman que hay “dos modos de observar estos eventos durante el desarrollo. Uno es incubar los embriones de pollo, fijar el tejido en la etapa deseada y observar donde se encuentra las distintas células de interés. El segundo modo es introducir marcadores fluorescentes en las células y filmar películas a través del microscopio para ver cómo se mueven estas células durante el desarrollo. Es un modo muy dinámico de observar el proceso, se va viendo cómo ocurre la migración en tiempo real.”

Este descubrimiento es en sí apasionante pero, Aixa Morales añade que » teniendo en cuenta lo conservados que están muchos procesos entre los diferentes vertebrados será muy interesante investigar qué implicación puedan tener estas señales en trastornos humanos debidos a fallos en la formación del sistema nervioso periférico». El trabajo fue publicado en The Journal of Cell Biology.

Juan Scaliter