El síndrome de fatiga crónica es un trastorno que no puede atribuirse a ninguna enfermedad preexistente, por lo que su diagnóstico suele ser complejo. Normalmente se caracteriza por sentir un cansancio intenso y continuo que no mejora con el descanso y que empeora con cualquier tipo de actividad física o mental. Investigadores de la Universidad de Stanford han creado una prueba de sangre que, además de demostrar que no estamos ante un trastorno psicológico, permitirá detectar, a partir de ahora, la enfermedad.
“Con demasiada frecuencia, esta enfermedad se clasifica como imaginaria”, dice Ron Davis, profesor de bioquímica y genética en la Escuela de Medicina de dicha universidad. El paciente busca generalmente la ayuda de un médico y se somete a una serie de pruebas que verifican la función hepática, renal y cardíaca, así como el recuento de células inmunitarias y de sangre. Sus resultados guiarían a cualquier profesional hacia una enfermedad u otra, pero, tratándose de fatiga crónica, no permiten concluir nada. Se habla de síndrome una vez descartadas otras posibilidades de enfermedad. Al menos un 2,5% de la población mundial está afectada. Sólo en Estados Unidos, unos dos millones de hombres y mujeres, aunque la cifra podría ser mucho más alta.
El problema, según Davis, es que no se observa en profundidad. Sin embargo, el test en sangre ideado por él y sus colegas sí ha permitido identificar con éxito este trastorno en los voluntarios que participaron en el estudio. Se trata de una prueba, aún en fase piloto, que analiza cómo responden al estrés las células inmunitarias de una persona. Las diferencias entre las personas sanas y las que padecen la enfermedad son inequívocas.
Los hallazgos de la investigación se han publicado en The Proceedings of the National Academy of Sciences. Los autores esperan que la plataforma de diagnóstico sirva para ayudar a identificar posibles fármacos para tratar el síndrome de fatiga crónica. De hecho, el equipo ya está tratando de detectar qué medicamentos podrían ayudar en el futuro a estos pacientes. Usando nanoelectrónica se podría ir adaptando la dosis potencialmente terapéutica a las muestras de sangre del paciente y ejecutar de nuevo la prueba de diagnóstico.
El equipo ya ha encontrado un fármaco candidato que parece restaurar la función saludable de las células inmunitarias y el plasma cuando se prueba en el ensayo, aunque actualmente no se usa en personas, pero cuentan con el respaldo de los departamentos de genética y bioquímica para avanzar en la investigación.
Marian Benito