Alrededor del 92% de las muertes por cáncer no detectado se debe a la metástasis, es decir, a la diseminación desde la zona donde se originó hasta otra parte del cuerpo. Las células cancerosas se separan del tumor original y viajan a través del sistema sanguíneo o linfático para formar un tumor nuevo en otros órganos y tejidos. Por eso, uno de los mayores desafíos en la lucha contra el cáncer, detener la metástasis, ha llevado a un equipo de investigadores suizos, del Instituto Federal Suizo de Tecnología Lausana (EPFL), a identificar una nueva forma de bloquear este crecimiento y, al menos en ratones, los resultados son prometedores.

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Iacovos Michael /EPFL

La barrera que han encontrado está formada por una proteína, llamada Activina B, y un receptor, llamado ALK7. Juntos podrían jugar un papel crucial en la detención de las células cancerosas en su camino. Los resultados de su investigación hasta ahora muestran que la Activina B y la ALK7 crean una vía de señalización que hace que las células cancerosas se maten naturalmente (apoptosis), evitando que se propaguen y formen tumores (tumorigénesis).

La mayor parte de las pruebas hasta ahora solo se han realizado en ratones, pero los científicos creen que compartimos suficientes similitudes biológicas y químicas con los roedores, especialmente en desarrollo del cáncer. Por lo tanto, esta barrera podría ser un objetivo prometedor para los medicamentos que combaten el cáncer. en el futuro.

«Este estudio refuerza la idea de que la apoptosis es una barrera importante de la tumorigénesis y que su evasión por parte de las células cancerosas es una característica clave de las células cancerosas durante la malignidad y la metástasis», indica Douglas Hanahan, uno de sus autores. Para que el bloqueo del cáncer funcione, el receptor ALK7 y la proteína Activina B que lo activan deben trabajar en equipo.

Los complejos de estas proteínas conocidas como activinas, a las que pertenece la Activina B, desempeñan un papel crucial en numerosas partes del cuerpo. Están involucrados en el manejo del crecimiento y la propagación de las células, en el metabolismo, en la respuesta inmune del cuerpo y también en la regulación del ciclo menstrual.

La base para un tratamiento real

El equipo, que ha publicado su trabajo en Developmental Cell, estudió el cáncer de mama y neuroendocrino pancreático en modelos de ratón. Continuaron observando a pacientes humanos con varios tipos de cáncer, y encontraron una asociación entre la presencia de ALK7 y una menor probabilidad de recaída. La metástasis también pareció mantenerse a raya durante más tiempo cuando estaban presentes niveles más altos de ALK7, particularmente en casos de cáncer de mama.

Anuncian que seguirán investigando para que este descubrimiento sea la base de un tratamiento real y efectivo. “De momento, es un paso importante hacia la comprensión de la biología del tumor y la patogénesis de la enfermedad”, concluye Iacovos Michael, otro de los investigadores.

Marian Benito