No es ninguna sorpresa que en Occidente la fertilidad disminuye cada vez más. Muchas veces se atribuye al estrés o a la edad a la que algunas personas quieren tener su primer hijo, pero la realidad es que en los últimos 50 años ha bajado significativamente el conteo de espermatozoides en los hombres de Europa y Norteamérica.
Numerosos estudios epidemiológicos en países industrializados en las últimas décadas han demostrado una bajada en la calidad del semen con una disminución particular en la concentración de esperma de 99 millones por mililitro (ml) a 47 millones por ml. «Es importante comprender que el tiempo necesario para concebir aumenta significativamente si un hombre tiene una concentración de espermatozoides por debajo de 40 millones de espermatozoides por ml», explica Serge Nef, profesor del Departamento de Medicina Genética y Desarrollo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Ginebra (UNIGE). Un hombre cuya concentración de espermatozoides es inferior a 15 millones por ml puede considerarse subfértil y es más probable que encuentre problemas para concebir un hijo, independientemente de la fertilidad de su pareja.
Pero los datos fueron especialmente alarmantes en un reciente estudio realizado por la Universidad de Ginebra con apoyo del ejército suizo en el que analizaron el semen de más de 2500 hombres de diferentes partes de Suiza entre 18 y 22 años como parte de su reclutamiento militar. El estudio en conjunto reveló que al menos uno de los tres parámetros fundamentales que se utilizan para medir la calidad del semen (concentración de esperma, movilidad y morfología) estaba por debajo de los umbrales de la OMS para el 60% de los hombres, y que el 5% tenía un problema relacionado con estos tres factores al mismo tiempo. «No es del todo predictivo de la fertilidad de una persona. Pero, en términos generales, los resultados sugieren que la calidad del esperma de los hombres jóvenes en Suiza se encuentra en un estado crítico y que su fertilidad futura probablemente se verá afectada», explica el Dr. Alfred Senn, andrólogo y coautor del estudio.
«Los valores bajos de los parámetros del semen pueden reflejar la fertilidad de los hombres. Cuando una combinación de valores son bajos, la capacidad de los hombres para concebir está en riesgo», explica Rita Rahban, investigadora del Departamento de Medicina Genética y Desarrollo y primera autora del estudio. Los resultados estuvieron muy por debajo de los valores de referencia emitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Hay que resaltar que los recuentos de esperma varían de un país a otro, con concentraciones medias que oscilan entre 41 y 67 millones por ml para los jóvenes europeos. Suiza, con una concentración media de 47 millones de espermatozoides por ml, se encuentra a la cola de Europa junto con Dinamarca, Noruega y Alemania.
El estudio no identificó diferencias en la calidad de los espermatozoides entre las distintas regiones geográficas, áreas lingüísticas o en diferentes factores de estilo de vida de Suiza. Tampoco hubo diferencias entre las regiones urbanas o rurales. Sin embargo, se observó que el tabaquismo materno durante el embarazo estaba asociado con una disminución en la calidad del esperma, como agrega el profesor Nef. «Se descubrió que la subfertilidad es más común entre los hombres que estuvieron expuestos al tabaquismo materno durante el desarrollo embrionario».
¿Hay relación entre la calidad del esperma y el cáncer testicular?
Los investigadores de Ginebra también utilizaron el estudio para identificar una correlación entre la mala calidad del semen y el aumento del cáncer de testículo en Suiza. «Durante 35 años, el cáncer testicular ha crecido de manera constante a más de 10 casos por cada 100000 hombres, lo cual es muy alto en comparación con otros países europeos. La calidad del esperma generalmente es más baja en países donde la incidencia de cáncer testicular es alta», dice el profesor Nef. Esto es casi seguramente el resultado de un desarrollo testicular alterado en la etapa fetal, lo que lleva a los científicos a investigar más a fondo esta área.
Esther Sánchez