Un estudio muestra que mayores niveles de productos finales de glicosilación avanzada (AGE), que se encuentran en abundancia en la comida chatarra, están asociados con alergia alimentaria en niños.
Los AGE son proteínas o lípidos a los que se les adhieren azúcares, es decir, se glucosilan y están presentes en niveles altos en la comida basura, los dulces, los alimentos procesados, los precocinados y las carnes a la brasa o asadas. Se sabe que los AGE desempeñan un papel en el desarrollo y la progresión de diferentes enfermedades como la diabetes, la aterosclerosis y algunos trastornos neurológicos, pero esta es la primera vez que se encuentra una asociación entre los AGEs y las alergias alimentarias.
Investigadores de la Universidad de Nápoles Federico II observaron tres grupos de niños de entre 6 y 12 años de edad, unos con alergias alimentarias, otros con alergias respiratorias y sanos. El estudio reveló una correlación significativa entre los niveles subcutáneos de AGE y el consumo de comida basura. Además, los niños con alergias alimentarias presentaron niveles más altos de niveles subcutáneos de AGE que aquellos niños con alergias respiratorias o sin alergias en absoluto.
Si bien no se cuenta con estadísticas sólidas sobre la prevalencia global de alergias a los alimentos, sí existe una creciente evidencia de que la incidencia está aumentando, especialmente entre niños pequeños. El porcentaje de incidencia llega al 10% en algunos países. De manera similar, durante las últimas décadas ha habido un aumento dramático en el consumo de alimentos altamente procesados (que se sabe que contienen niveles más altos de AGE), y se ha informado que los alimentos altamente procesados representan hasta el 50% del total de la ingesta diaria de energía en los países europeos.
«Hasta el momento, las hipótesis y los modelos existentes de alergia a los alimentos no explican adecuadamente el aumento dramático observado en los últimos años, por lo que los AGE dietéticos pueden ser el eslabón perdido. Nuestro estudio ciertamente apoya esta hipótesis, ahora necesitamos más investigación para confirmarlo. Si se confirma este enlace, hará presión para que los gobiernos nacionales mejoren las intervenciones de salud pública para restringir el consumo de comida chatarra en los niños», dijo Roberto Berni, investigador principal del estudio.
Esther Sánchez