Por razones obvias, no se ha podido demostrar qué es lo último que se percibe antes de morir. Hay quien dice que es el sonido. Sensorialmente, lo más cercano a la muerte es el estado de coma, que es un nivel extremo de inconsciencia tras perder sucesivamente todos los sentidos y, sobre todo, la capacidad para responder a los estímulos externos y las necesidades internas (hambre, dolor, frío…).

Por lo que sabemos, lo último que se pierde es la sensibilidad, o más concretamente, la capacidad de responder a estímulos dolorosos mediante un quejido o la retirada del miembro estimulado. No obstante, no es posible estar completamente seguros de que el oído no persista tras este punto; sólo se puede decir que no desencadena una respuesta visible.

Al despertar de una anestesia general, el proceso es el inverso al de una entrada en coma: el paciente responde más tarde a los estímulos auditivos que a los dolorosos. Y casi nunca es capaz de recordar lo primero que oyó, porque aún estaba poco consciente.

Redacción QUO