¡Adelante, admítelo! ¡Si estás bostezando! Vale, te perdonamos. Ya sabemos que te estás aburriendo. Lo que pasa es que ver a alguien bostezar, leer sobre ello e incluso pensarlo, te incita a hacer lo mismo. Puede resultar molesto, pero también que tu cerebro está en sintonía con los que te rodean.
Bostezar a la vista de alguien puede ser un reflejo empático, dice el psicólogo evolucionista Gordon Gallup, de la State University de Nueva York, en Albany. Cuando ves a alguien bostezar, las neuronas de tu cerebro se activan para «sentir» lo que aquella persona está experimentando, ordenándote que actúes en consecuencia, incluso aunque no sientas la necesidad.
Redacción QUO