Los dictadores comunistas excéntricos podrían no estar tan locos. O al menos, Kim Jong-il, fallecido mandatario norcoreano que ha cedido las riendas a su hijo, Kim Jong-un, antiguo DJ de papada prominente. Se dice y se comenta que, antes de pasar a mejor vida, podría haberse inyectado sangre de jóvenes vírgenes sanas en un último y desesperado intento por esquivar la muerte.
Parece que, aunque no le funcionó del todo bien, no andaba del todo desencaminado. Investigadores de la Universidad de Stanford han demostrado que es posible rejuvenecer las células del cerebro inyectándoles sangre de un individuo joven. Eso sí, de momento, los experimentos se han llevado a cabo en ratones. Los autores del estudio aseguran que con esta técnica, si llega a aplicarse en humanos, se podrían paliar algunos de los peores defectos de la edad, incluidas enfermedades como el Alzheimer.
«¿Qué si pienso que inyectar sangre joven podría tener efecto en un humano? Cada vez estoy más y más seguro de que podría«, afirma el autor principal de la investigación, Saul Villeda.
Villeda y sus colegas conectaron los sistemas circulatorios de dos ratones, uno anciano y uno joven, de tal forma que su sangre se mezclase. Cuando examinaron al viejo roedor después de unos cuantos días, encontraron claros signos de que el proceso de envejecimiento se había ralentizado. Por ejemplo, el número de células madre en el cerebro se había incrementado. Y lo que es más importante, descubrieron que las conexiones entre las neuronas habían aumentado un 20%.
«Una de las principales cosas que cambian con la edad son esas conexiones, ya que se reducen a medida que envejecemos», explica Villeda. «Si tienes menos conexiones las neuronas no se están comunicando, así que de repente empiezas a tener problemas para el aprendizaje y la memoria».
Toda esta historia comenzó hace ya un año, con un artículo publicado en la Revista Nature en el que Villeda y sus colegas de Medicina de la Universidad de Stanford explicaban precisamente eso: que el cerebro de un ratón anciano rejuvenecía al inyectarle sangre fresca. Desde entonces, han avanzado hasta tener los datos que presentaron en el Encuentro Anual de la Sociedad para la Neurociencia de Nueva Orleans. Todavía no han publicado este último estudio en ninguna revista especializada, pero sabemos que en él se detalla un experimento interesante.
Tras realizar la transfusión, colocaron a los animales en un laberinto de agua para comprobar si eran capaces de recordar la localización de una plataforma escondida. Comprobaron que el roedor anciano lo hizo casi tan bien como uno de 4 a 6 meses de edad. Un ratón viejo sin tratar hubiera cometido multitud de errores y buceado por callejones sin salida, mientras que los ejemplares a los que se les había inyectado sangre fresca encontraban la plataforma a la primera en la mayoría de los casos.
La explicación más probable para este fenómeno a lo Benjamin Button es química. La sangre joven incrementaría algunas sustancias químicas clave que tienden a disminuir cuando el animal envejece. Al volver a incorporarlas, «de repente te encuentras que esa plasticidad, capacidad de aprendizaje y memoria están de vuelta». Determinar de qué sustancia se trata es más complicado, ya que hay cientos de ellas en la sangre.
Conseguir que los resultados de este experimento funcionen en humanos es otro cantar. Así que nada de ir ahora de Drácula posmoderno por la calle buscando jovencitas sanas para morderles el cuello. Que nos conocemos.
Redacción QUO