A cinco mil metros de altura, Pablo se arrepiente. No quiere saltar en paracaídas. Su gemelo, Carlos, al borde de la puerta de la avioneta, con una sonrisa en el rostro le intenta convencer, pero no hay caso… y en un segundo desaparece de la vista de Pablo y se convierte en una mota flotando en el cielo. Estos dos gemelos monocigóticos (es decir, idénticos) no podrían ser más diferentes. Pablo es conservador, tranquilo y poco dado a la espontaneidad. En cambio, Carlos nunca piensa las cosas dos veces; es pura adrenalina.

Lo extraño es que no conozco a ninguno de los dos. Ni siquiera a sus padres. He reconocido el carácter arriesgado de Carlos gracias a una gota de sangre. Bueno, la verdad es que no lo he hecho yo, sino Darlene Floden, del Laboratorio de Epigenética Familiar de Toronto, Canadá.

Comparando el ADN de gemelos monocigóticos que se criaron separados, Floden ha descubierto que los hermanos más propensos a asumir riesgos exhiben diferencias en el gen DLX1, relacionado con nuestra respuesta al estrés y la capacidad de asumir riesgos. Pero hay mucho más. Como si de un libro se tratara, tu índice (un pinchazo en él) revela casi toda tu historia, incluida la más antigua.

¿Fuiste un bebé querido? Un estudio de la Universidad McGill ha descubierto que los ratones que son lamidos y cuidados por sus madres generan a lo largo de su vida más cantidad de una proteína, llamada GR, que actúa como tranquilizante, mientras que aquellos roedores ignorados por sus progenitores presentan rasgos de mayor ansiedad.

Pero no son los únicos índices que una gota de tu sangre proclama al resto del mundo. Allí residen también las hormonas que señalan tu sexo, los genes que revelan tu color de piel, de pelo y hasta de ojos, y las proteínas y enzimas que difunden tu edad aproximada a los cuatro vientos. Parece no haber escapatoria de la sangre… ni siquiera en tu oficina.

Llevas un currículum en la sangre

¿Trabajas en turnos o tienes horarios fijos? Valentina Bollati, de la Universidad de Milán, comparó muestras de sangre de unos 200 empleados de plantas químicas y descubrió que aquellos que tenían turnos de ocho horas alternas presentaban un patrón genético diferente de los que llevaban un horario fijo… Claro, que este estudio no reflejaba quién ganaba más dinero. Porque, por increíble que parezca, basta un poco de zumo de leucocitos y plaquetas para determinar si eres rico o pobre.

Así lo afirma un trabajo realizado por Ana Diez-Roux, de la Universidad de Michigan, quien solicitó a más de 1.000 voluntarios que señalaran si poseían coches, casas, acciones u otros bienes. ¿El resultado? Los más potentados también se diferencian del resto en sus genes.

¿Cómo es posible detectar todo esto en una muestra de sangre? Para comprenderlo me comunico con la doctora Concha Vidales, directora del centro DNAData, especializado en análisis de ADN. Según ella: “La naturaleza utiliza varios mecanismos que considera interesantes (no quiere decir buenos o malos, solo interesantes) para fijarlos en nuestro ADN. Nuestras experiencias vitales dejan trazas en el genoma de lo que hemos vivido, y estamos comenzando a identificar esas trazas y relacionarlas con ciertas conductas”.

Sexo, edad, color de piel… Cada latido de tu corazón envía a los expertos un retrato de tu cuerpo y de tu personalidad

Debido a que no todas las personas tenemos estas mismas alteraciones, comparando las costumbres de quienes tienen una mutación en determinado gen se deduce que quienes también las tengan habrán vivido situaciones similares.

Por ejemplo: quienes han sufrido una experiencia traumática y padecen de estrés tienen alteraciones muy características en la expresión de ciertos genes. Así lo ha descubierto Elisabeth Binder, del Instituto Max Planck de Psiquiatría. Binder analizó el perfil genético de más de 2.000 voluntarios y detectó que la hormona glucocorticoide aparece en aquellos que han sufrido un pasado convulso.

La enorme cantidad de datos que se pueden conocer acerca de nuestra personalidad, nuestro pasado y la influencia de padres y abuelos puede despertar cierto escepticismo: ¿son tan fiables estos estudios? Le hago esta misma pregunta a la doctora Carmen Entrala, directora de Laboratorios Lorgen, pioneros en análisis de trastornos fetales por medio del análisis de la sangre materna. Para ella no hay duda: “En el campo de las enfermedades neurológicas, hoy es posible hacer un diagnóstico genético en muchas de aquellas que tienen una base genética clara. En relación con las enfermedades psiquiátricas, la genética cada vez está desempeñando un papel más importante en el diagnóstico, la predicción y prevención de las enfermedades mentales.”

Huellas indelebles en tu ADN

Queda claro que casi toda nuestra vida se puede leer en este libro escrito con tinta de sangre, pero ¿cómo se escribe? Los acontecimientos que vivimos dejan una huella que altera la expresión de nuestros genes a través de marcadores. Uno de ellos es el grupo metilo o alquilo. Si las instrucciones para la vida, es decir el ADN, es el manual de todos los muebles de IKEA, el grupo alquilo se cuela entre algunas páginas y las traduce al sueco, lo que hace imposible que armemos ese mueble.

Tu epigenoma te delata

La mayoría de estas traducciones ocurren en el vientre materno, o apenas nacemos. Gracias a ellas, nuestras células pulmonares, por ejemplo, no expresan células dérmicas. La mayoría de nosotros tenemos los mismos “errores” de traducción en idénticas páginas; pero al ser tantas hojas, a veces hay disparidades entre las personas. Y estas diferencias genéticas tienen que ver, en parte, con nuestro estilo de vida, nuestro epigenoma.

La Dra. Entralba me lo confirma: “Sabemos que no todas las alteraciones que dan lugar a las enfermedades genéticas radican en cambios en la secuencia del ADN de los genes. Hay mecanismos que se denominan epigenéticos y que regulan la expresión de los genes. La epigenética puede responder a preguntas tales cómo por qué dos gemelos monocigóticos (con el mismo ADN) pueden desarrollar enfermedades distintas.”

Ni la ropa, ni el coche, ni la casa… Lo que de veras puede chivar tu estatus es un pinchazo en el dedo

Tim Spector, profesor de genética epidemiológica del University College de Londres, asegura que “el epigenoma es una fotografía de los eventos más importantes de nuestra vida”. Algo que sabe porque ha ojeado muchos de estos “álbumes de fotos”… incluso los más privados. Spector es capaz de identificar en la sangre proteínas y la alteración en el trabajo de ciertos genes que demuestran si has fumado recientemente o si has dejado el vicio. También puede predecir tu calidad de envejecimiento, tu presión sanguínea en un par de décadas y las posibilidades de que sufras de osteoporosis, estudiando la presencia de 22 metabolitos directamente relacionados con estas condiciones. Estos estudios fueron realizados en gemelos separados al nacer, una de las especialidades de Spector.

Toda nuestra vida está escrita en una gota de sangre y apenas hemos empezado a comprender el lenguaje. Pero ¿es indeleble? Es decir, ¿podemos sobreponernos a experiencias traumáticas y que eso se refleje en nuestro ADN?

Para Tim Spector es una muy buena pregunta: “Hay estudios que demuestran que algunas veces esto es posible, pero dependerá de lo profunda que sea la huella que han dejado en nuestra historia.”

La sangre nos permitirá ver el futuro

El día de mañana, ¿podremos anticiparnos a distintos tipos de cáncer o de enfermedades neurodegenerativas por medio de un análisis de sangre? Francisco Javier Fernández Rosado es responsable analista de Lorgen, un experto que se sumerge en la hemoglobina como otros los hacen en el océano. Es él quien me da la clave de lo que nos espera: “En la actualidad existen tests para el diagnóstico precoz en sangre de cáncer de mama, colon y pulmón, y a nivel de investigación son muchos los grupos de trabajo dedicados a desarrollar pruebas diagnósticas que permitan detectarlo en sus estadios más precoces. Sin duda, aún hay mucho por descubrir, pero lo que si se intuye es un futuro muy prometedor en el diagnóstico, prevención y tratamiento de enfermedades genéticas.”

Las aventuras de los padres de nuestros padres y su flirteos con el tabaco y otras hierbas fumables pueden ser la causa de las dificultades respiratorias de algunos niños. Independientemente de si la madre fumó o no. Así lo afirma una investigación reciente publicada en el Expert Review of Obstetrics & Gynecology. Pero nuestros abuelos pudieron haber sido casi igual de influyentes que nuestros padres. Isabelle Mansuy, neurobióloga de la Universidad de Zúrich, realizó un estudio modelo con ratones. A las crías de un día de vida se las separaba de sus madre durante dos semanas y luego se las regresaba al nido. Pese a ser alimentadas y cuidadas con normalidad, las crías crecieron con síntomas de estrés… idénticos a los que presentaron los vástagos que no fueron abandonados.

Para saber si esto también sucedía en humanos, la doctora en Psicología, Yael Danieli está realizando pruebas entre cientos de voluntarios, hijos y nietos de supervivientes del Holocausto. Los resultados pueden demostrar que para la sangre no hay distinción entre futuro y pasado. Solo existe el presente.

La investigación de Danieli se apoya en hallazgos realizados por Rachel Yehuda, neurocientífica del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, quien ha identificado trastornos alimentarios y de ansiedad en nietos de supervivientes del Holocausto. Otra prueba más de que la sangre es el espejo del alma.

Nietos del holocausto

Según el doctor en Psicología Natan Felix Kellermann, las pesadillas que viven estos niños podrían estar influidas por las experiencias de sus abuelos e impregnadas en sus genes.

Los horarios de trabajo, fijos o rotativos, imprimen a lo largo del tiempo sus consecuencias en nuestro cuerpo. Una gota de sangre basta para diferenciar ambos grupos.

El chip de tu vida

En un futuro, las entrevistas de trabajo y las primeras citas serán completamente distintas. En lugar de nombres nos intercambiaremos V-chips, unas tarjetas, similares a las del cajero, que muestran hasta 50 tipos distintos de enfermedades, trastornos y datos de nuestra historia que nos definen.

Las carencias y las experiencias extremas dejan unas huellas en nuestros genes que un análisis de sangre puede desvelar.

Diagnóstico prenatal

Gracias al análisis de sangre materno, los futuros padres podrán, apenas transcurridas unas semanas del embarazo, saber si existe alguna enfermedad genética o trastorno neurológico en el bebé. Se trata del proyecto europeo AngeLab, que busca señalar de un modo no invasivo la presencia, entre otras, desde fibrosis quística y atrofia muscular espinal hasta diferentes aneuploidías (como el síndrome de Down y el de Edwards) a un precio muy reducido.

Ese es el ambicioso objetivo del proyecto AngeLab (acrónimo de A New GEnetic LABoratory for non-invasive prenatal diagnosis, un Nuevo Laboratorio Genético para Diagnóstico Prenatal no Invasivo), que se ha marcado como reto desarrollar la tecnología necesaria para identificar el ADN del feto contenido en la sangre de la madre para, analizando una muestra de esta, conocer si el futuro bebé padece alguna enfermedad genética.

Además del diagnóstico de alteraciones cromosómicas, el proyecto prevé incluir el diagnóstico de enfermedades recesivas, por alteración en el número de copias de ciertos genes, o de enfermedades dominantes en las que la madre sea la transmisora. Estas novedades son pioneras a nivel internacional.