SALUD

El hombre bucle

Una noche cualquiera, Eugene Pauly estaba con su esposa preparando la cena, cuando esta le dijo que tenían que esperar a su hijo Michael para empezar a cenar. “¿Quién?”, respondió él.
Cuando su esposa aún pensaba que estaba de broma, Eugene empezó a vomitar y a retorcerse por el dolor de estómago, le subió la fiebre y comenzó a delirar; e incluso llego a ponerse violento. Así que en menos de media hora un grupo de enfermeras le ató a una cama de hospital. Como si de un caso del doctor House se tratara, su expediente pasó por varias manos hasta que dieron en la diana: padecía una encefalitis viral, una enfermedad normalmente leve que no produce más que algún herpes en la piel o en los labios, pero que en su caso se había “colado” en el cerebro destruyendo todo a su paso. Lo único que podía hacer la medicina por él, según le comentaron a su mujer, era frenar el progreso del virus.
Cuando al fin despertó del coma, los médicos descubrieron que su sistema nervioso estaba intacto, pero su cerebro había sido arrasado. El virus había destruido el hipocampo y parte del lóbulo temporal medio. ¿El resultado?

No recordaba nada de lo ocurrido en los últimos 30 años y todas las mañanas se levantaba de la cama, iba a la cocina y se preparaba unos huevos con beicon, luego regresaba a la cama y encendía la radio. Al pasar algo más de media hora, se volvía a dirigir a la cocina y reanudaba su rutina: cocinar, desayuno y vuelta a empezar. Alarmada por este comportamiento, la mujer de Eugene se puso en contacto con Larry R. Squire, de la Universidad de California, uno de los mayores expertos en pérdida de memoria del mundo y que más ha aportado sobre cómo se almacena la información en nuestro cerebro. Y en parte, por la ayuda inconsciente del propio Eugene, al que Squire se refiere en toda la literatura científica sobre el tema como “EP”. Enseguida el investigador se dio cuenta de que había algo raro: no recordaba nada, pero sí era capaz de ir a pasear solo y encontrar el camino de vuelta, y de adquirir nuevas rutinas.

La culpa la tenían los ganglios basales, unas pequeñas estructuras que controlan conductas automáticas, como respirar y tragar, que Eugene tenía en plena forma y que hoy (en parte gracias a él) sabemos que desempeñan un papel fundamental en la formación de nuestras rutinas.
De hecho, ha sido gracias a estos hallazgos como se han creado métodos para deshacernos de malos hábitos y reforzar otros más positivos.

Redacción QUO

Redacción QUO

Noticias recientes

El consumo de cannabis produce cambios epigenéticos

Consumir cannabis puede provocar cambios en el epigenoma del cuerpo humano, según sugiere un estudio…

14 horas hace

Los tigres dientes de sable adolescentes tenían dos pares de colmillos

Las pruebas sugieren que los grandes felinos extintos con dientes de sable conservaban a sus…

2 días hace

¿Cómo sabemos si una sustancia es un disruptor endocrino?

La falta de datos de la industria química en la UE impide a menudo evaluar…

2 días hace

Así influye el cambio climático en la pérdida de biodiversidad

El cambio climático podría convertirse en el principal causante del declive de la biodiversidad a…

3 días hace

La vitamina D protege contra el cáncer cambiando la microbiota

La vitamina D altera las bacterias intestinales de los ratones y como resultado mejora su…

3 días hace

No, la Luna no está hecha de queso

Los científicos confirman la composición del núcleo interno de la luna, que consiste en una…

4 días hace