Que por la mañana midamos más que por la noche tiene su explicación. Los cartílagos de la columna vertebral se comprimen cuando estamos de pie y se relajan cuando nos acostamos. De ahí que nos vayamos achaparrando unos pocos milímetros durante el día. De acuerdo con una investigación del fisioterapeuta Francisco E. Pajares, el sistema óseo –que es el eje principal de nuestro cuerpo– no está totalmente preparado para la posición erecta que fuimos adoptando hace millones de años. A diferencia de nuestros ancestros, que andaban a cuatro patas, los hombres bípedos “comenzamos a sufrir un proceso degenerativo de la columna vertebral propio de la evolución de nuestra especie”

La columna está constituida por vértebras superpuestas y articuladas por una serie de estructuras discales y cápsulo-ligamentosas; tiene tres funciones importantes por su rigidez: soporta cargas axiales, protege las estructuras del sistema nervioso central y otorga una adecuada flexibilidad para los movimientos del cuerpo.

Al nacer surgen nuestras curvas naturales. Se equilibran mutuamente y permiten que tengamos la posición vertical al estar de pie. En la vejez pueden ser menos acentuadas. También con los años se va reduciendo el número de vértebras. En la niñez tenemos un total de 33, pero solo 24 en la etapa adulta porque los huesos del sacro y el cóccix se van uniendo según pasa el tiempo.

Redacción QUO