Absolutamente nada. La falsa idea de que el alcohol interfiere con los medicamentos se debe a un bulo ideado por médicos y enfermeras tras la segunda guerra mundial. Las enfermedades venéreas estaban al orden del día. La penicilina, había demostrado ser altamente efectiva en estos casos. Se recetaba bajo la norma estricta de no tomar alcohol. El motivo era más psicológico que físico: aquellos que bebían más, tenían más ganas y oportunidad de sexo. Así le daban al fármaco una oportunidad de funcionar.
El consejo se convirtió en una práctica estándar que continúa hasta nuestros días. Aunque lo cierto es que no es buena idea mezclarlos. El alcohol compite con el fármaco en el hígado para ser procesado, lo que hace que éste funcione más lentamente. Pero no dejará de hacerlo. De los 100 antibióticos que se recetan, solo cinco pueden tener efectos secundarios graves si se mezclan con alcohol.
* Publicado en Quonectados nº 219
Redacción QUO