Investigadores y médicos asumen que estas ‘terapias’ no tienen ningún fundamento científico. Pero, aun así, son testigos de su éxito. En muchos casos se busca la razón de este éxito en la debilidad de los seres humanos. Según esta explicación, los humanos somos crédulos por naturaleza y esa es la causa de este auge de terapias sin fundamento científico.
[image id=»63844″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»] [image id=»63845″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Desde QUO planteamos una minipregunta por internet. Los seguidores de la revista en Twitter se lanzaron a intentar explicar las causas de esta paradoja. Muchos de ellos apelaban a este exceso de fe que parece formar parte del mismo origen del ser humano.
[image id=»63846″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Sin embargo, esta investigación partía del tuit de un médico zaragozano, que unos días antes de había planteado una pregunta clave por internet: «¿Qué estamos haciendo tan rematadamente mal para que los pacientes acaben cayendo en estas medicinas alternativas?».
Miguel López del Pueyo es una joven facultativo zaragozano que, en lugar de despejar balones, prefiere hacer frente a la parte de responsabilidad que tienen los médicos en todo este auge: «Cuando debatimos el asunto de las medicinas alternativas siempre vemos la paja en el ojo ajeno. Acabamos culpando a la gente, a la sociedad por no tener cultura científica. Decimos que se dejan engañar por la charlatanería, pero estamos frente a un problema mucho más estructural».
Carencias médicas
Una de las razones aportadas habitualmente para justificar este auge de lo alternativo tiene que ver con las carencias de la medicina. «Los que ejercen estas terapias alternativas han sabido recoger todas las carencias que como sanitarios científicos no hacemos, explica Del Pueyo. Tenemos una medicina muy defensiva, muy basada en pedir pruebas por encima de todo».
Además los médicos de la sanidad pública tienen seis minutos para tratar a cada paciente: «Ya me gustaría a mí hacer una análisis holístico del paciente, pero no tenemos tiempo para ello», analiza.
Dios existe: se llama medicina moderna
Pero Del Pueyo considera que hay otra razón para el auge de estas medicinas: hemos aupado a la medicina a una categoría cercana a la deidad. No sólo pensamos que todo se puede curar, sino que creemos que todo se debe curar. «Los propios sanitarios no asumimos que no curar sea una opción. Y la sociedad recibe ese mensaje, tienen puestas todas las esperanzas en la curación, incluso en el caso de las enfermedades crónicas y aquellas cuyos efectos se pueden paliar, pero que no tienen curación. La gente, por tanto, busca eso a toda costa».
La opinión de este médico coincide con la vertida repetidas veces por Fernando Frías. Para este abogado y divulgador científico de Alicante, que lleva muchos años investigando y combatiendo las terapias llamadas alternativas, ese exceso de esperanza en la medicina lleva a la gente a tomar atajos. «Estamos acostumbrados a que haya un tratamiento para casi todo», explica.
Podríamos decir, por tanto, que a la medicina científica no la matan las ‘medicinas alternativas’. Podría ocurrir que la medicina moderna esté muriendo de éxito.
Redacción QUO