A veces, cuando un niño acaba contando que sufre el acoso de sus compañeros de colegio («bullying», en inglés), ya es tarde: ya se han desatado la depresión, la ansiedad y hasta brotes psicóticos que pueden conducirle al suicidio.
Así que algunos terapeutas de la Universidad de Warwick (Reino Unido) su pusieron a buscar un método de alerta temprana para detectar estos episodios cuando el niño no es capaz de manifestarlos. Y acaban de publicar sus conclusiones en el congreso de sociedades pediátricas celebrado en Canadá: estudiando sus sueños y pesadillas.
En concreto se fijaron en que los niños que sufrían los llamados «terrores nocturnos» (solo le ocurre al 10%) después de la edad en la que son habituales (hasta los diez años, y en periodos cortos) suelen ser precisamente aquellos que habían sufrido acoso escolar años antes. Es decir, los psicólogos deducen que los escolares que alargaban ese período de grandes pesadillas podían estar sufriendo o haber sufrido malos tratos de sus compañeros.
Los investigadores publican ésta y otras conclusiones en el Avon Longitudinal Study of Parents and Children, que editan cada año en la Universidad de Bristol.
Redacción QUO