“Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos”, reza un proverbio chino. Afirmación que, en un futuro cercano, podría quedarse obsoleta a tenor de los últimos hallazgos científicos.

Recientes estudios publicados por la Brigham Young University, dirigida por el profesor Scott Steffensen, revelan los mecanismo cerebrales que se activan al consumir sustancias adictivas como el alcohol, tabaco o las drogas duras.

El equipo de Steffenson ha descubierto que el cerebro responde a las adicciones mediante la generación de una proteína llamada BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro), que es la culpablede liberar niveles “anormalmente altos” de dopamina.

Al consumir habitualmente una sustancia adictiva nuestro cerebro se acostumbra a ella, lo que produce que se suprima su producción normal de dopamina y demande una dosis de esa sustancia para compensar la pérdida. La escasez o abstinencia de esos niveles de dopamina genera estrés, ansiedad, irritación y dolor, los cuales, solo se mitigan temporalmente mediante el consumo de la droga que demanda el cerebro.

“El cuerpo trata de compensar los niveles naturales de dopamina pero se produce un proceso patológico”, explica Steffenson, que considera que la clave se encuentra en un subconjunto de neuronas que son las que ponen freno a la liberación de la dopamina. “La adicción es una enfermedad cerebral que, como otra cualquiera, puede curarse”, sentencia.

De momento, ha convencido al National Institutes of Health (NIH), que se ha comprometido a financiar con dos millones de dolares sus planes para encontrar un remedio «no invasivo ni farmacológico».

Redacción QUO