Durante la Conferencia de la Asociación Internacional de Alzheimer (CIAC), que se celebra estos días en Copenhague, se ha demostrado que la pérdida en la habilidad para identificar olores y la aparición de la proteína beta-amiloide en el ojo están asociados a la aparición del Alzheimer.
El equipo de investigación dirigido por Matthew E. Growdon estudió la relación que existe entre el sentido del olfato, la memoria, y la pérdida de funciones cerebrales, con una muestra de 215 personas en edad avanzada.
En este estudio se comprobó que un hipocampo pequeño y una corteza entorrinal delgada están asociados a una pérdida de olfato y de memoria y a elevados niveles de placas de amiloides en el cerebro. De esta forma, puede que sea posible predecir la neurodegeneración previa a la alteración cerebral mediante un análisis de la percepción que tiene el olfato en las distintas presentaciones de un mismo olor.
Por otra parte, según los investigadores, el nivel de beta-amiloide detectado en el ojo también está relacionado con la carga que hay de esta proteína en el cerebro.
A día de hoy, estas placas sólo se pueden detectar con la enfermedad ya avanzada en las últimas etapas. Además, los métodos de diagnósticos existentes son costosos y poco prácticos.
Un dispositivo óptico de imagen no invasivo creado en el Centro Médico Cedars-Sinai (EE.UU.) podría acabar con estos problemas. “En vista de la epidemia mundial cada vez mayor de la enfermedad de Alzheimer, existe una necesidad acuciante de disponer de un test diagnóstico sencillo y menos invasivo que identifique los riesgos del alzhéimer mucho antes en el proceso de la enfermedad”, aseguró Heather Snyder, de la Alzheimer Association.
Redacción QUO