Aparecía en brotes, cada vez más frecuentes, que afectaban a un par de países de África occidental y volvían a calmarse. Hasta que la infección aparecida en febrero en Guinea-Conakry galopó hasta los países limítrofes, alentada por la pasividad inicial de las Autoridades, y se convirtió oficialmente en emergencia sanitaria internacional el 8 de agosto. Los primeros casos de occidentales infectados y repatriados a Estados Unidos y España alertaron a la opinión pública americana y europea, y se avivaron las preguntas acerca de medicamentos y vacunas para combatirla. La primera respuesta: no los hay, aunque estamos en ello.

A pesar de que los intentos de lucha contra el virus, del que se conocen cinco especies distintas, arrancaron cuando lo conocimos, casi 40 años después las iniciativas más prometedoras no habían pasado de mostrar su grado de efectividad en monos.
Andrea Marzi y Heinz Feldman resumían así las razones en un artículo de abril: “Como los brotes son esporádicos y afectan a un número reducido de personas en África Central, no hay un auténtico mercado”. Ambos son investigadores del Centro de Investigación de Vacunas del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas (NIAID).

Esta institución colabora con la empresa británica GlaxoSmithKline (GSK) en la vacuna con más visos de ver pronto la luz, según manifestaba en una entrevista a Radio Francia Internacional Jean-Marie Okwo Bélé, director del Departamento deVacunas e Inmunización de la OMS. En su opinión, la gravedad de la situación actual podría justificar que se acelere el proceso habitual de desarrollo y los ensayos con humanos comenzarían en otoño “en Estados Unidos y algún país africano, con idea de contar con un producto comercializable a lo largo de 2015”. El producto de GSK ha modificado un virus que puede infectar tanto a humanos como a animales para insertarle dos de los solo siete genes del ébola. Cuando llegan a las células, las obligan a producir unas proteínas que alertan al sistema inmunitario del organismo.

En cuanto a tratamientos, esta emergencia ha conseguido sacar excepcionalmente de los laboratorios preparados a los que aún les habrían quedado años de pruebas. El primero en aplicarse se nos presentó como “suero milagroso”, un nombre más mediático que suZMapp oficial. La Agencia de la Alimentación y los Medicamentos (FDA) americana consintió su paso directo de los macacos a los doctores Kent Brantly y Nancy Writebol, repatriados a un hospital de Atlanta tras haber contraído la enfermedad en Liberia. Unos días más tarde, el español Miguel Pajares –fallecido poco después– recibía también su dosis desde Ginebra (Suiza). Todos ellos fueron informados de que el cóctel de anticuerpos que se les iba a administrar nunca se había testado en humanos y firmaron sus consentimientos. Armand Sprecher, especialista en ébola de MSF declaró que se trataba del “único de los fármacos en desarrollo que parece mostrar eficacia en las personas que ya han desarrollado síntomas. Otros deberían ser administrados uno o dos días después de la infección, cuando los síntomas no son visibles todavía”.

El ZMapp ha tardado diez años en llegar a su estado actual, y es fruto de una colaboración entre la empresa Mapp Biopharmaceutical y los Institutos Nacionales de Salud y el Departamento de Defensa estadounidenses. La implicación militar en la búsqueda de soluciones a virus poco frecuentes y letales se explica por el posible uso de estos contra soldados o la población. El Centro para Prevención y Control de Enfermedades sitúa la potencia del ébola como arma biológica en la misma categoría que el ántrax y la viruela.

Por eso, también participan en el desarrollo de otros candidatos, como el de la empresa BioCryst, que así ha podido servirse de laboratorios con nivel de seguridad 4 (obligatorio en estos estudios) en Fort Detrick. Entre las otras opciones en el umbral de los ensayos con humanos destacan la de los canadienses Tekmira Pharmaceuticals –TKM-Ebola, que recibió el pasado día 8 el permiso de la FDA para iniciar los tests– y la de Medivector, una filial americana de la japonesa Fujifilm. Pero la gran cuestión reside en si, y cómo, deben administrarse a la población, saltándonos los procedimientos habituales. Tras la reclamación de varios científicos para que se autorizara su uso compasivo en África, la OMS convocó un panel de expertos para analizar las implicaciones éticas de proporcionar medicamentos cuya seguridad no se ha probado al 100%, y Obama creó un grupo de trabajo para establecer las condiciones de distribución. Por fin, el ébola se toma en serio.

Pilar Gil Villar