La figura superior se llama Enigma. Creada por el artista Isia Leviant, ha sido el centro de un debate de más de 200 años sobre si es el cerebro o si es el ojo el responsable de que nos parezca que los círculos se mueven. El equipo de la doctora Susana Martínez-Conde, del Instituto Neurológico Barrow de Phoenix, Arizona, decidió examinar el papel de las “microsacadas”, un tipo de movimiento ocular microscópico e inconsciente que ocurre de manera espontánea cuando fijamos la vista en esta ilusión, que parece girar. Encontraron que el número de microsacadas aumenta cuando el movimiento ilusorio se acelera, y disminuye cuando los círculos se ralentizan. Así pues, vaya un 1-0 favorable a los ojos.
Redacción QUO