Querido madrileño, ¿te preguntas por qué tu dieta no funciona? Echa un vistazo sobre tu cabeza y observa la ‘boina’ de contaminación que ‘adorna’ nuestra ciudad. Es posible de que sea responsable (en parte) de que tus esfuerzos por bajar de peso con dietas estrictas obtengan nefastos resultados.

Ya dice un conocido refrán español, que «lo que no te mata, te hace más fuerte». Quizás por eso los residentes en Madrid seamos más fuertes contra más tipos de bacterias. El refrán que realmente encaja en esta ocasión es «lo que no mata, engorda». Literalmente. Según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud, la contaminación causa la muerte de cinco millones de personas al año en todo el mundo. Y si tienes la suerte de sobrevivir a la primera parte del dicho popular, cuidado, no te confíes. Aún puedes caer en la segunda.

Según una investigación realizada con animales por científicos de las universidades de Pekín (China) y Duke (Estados Unidos), la polución genera cambios en nuestro metabolismo a consecuencia de la mala calidad del aire que respiramos. Según explican en la revista Journal of the Federation of American Societies for Experimental Biology, los investigadores llegaron a estas conclusiones tan solo 19 días después de comenzar a trabajar con los animales en el laboratorio. En apenas un par de semanas, «los pulmones y el hígado de ratas expuestas a la contaminación del aire habían aumentado considerablemente de peso. También presentaban un aumento de la inflamación del tejido». Pero la cosa no queda ahí. Los pobres ratones expuestos a la contaminación, tenían el colesterol y los triglicéridos por las nubes, además de mostrar un nivel de resistencia a la insulina, indicativo de la diabetes tipo 2, mucho mayor que el de aquellos animales que habían respirado ‘aire fresco’.

Para los investigadores, esto se debe a que respirar aire contaminado provoca ciertas disfunciones y variaciones metabólicas que están vinculadas a la obesidad. En el experimento con animales, este dato quedo demostrado con ratas embarazas que habían sido divididas en dos grupos: unas expuestas a aire contaminado y otras a aire limpio. Los resultados mostraron que aquellas que habían estado expuestas a la polución acabaron con mayor peso que las que no. Esta exposición también afectó a las crías: las que respiraron aire limpio pesaban entre un 10% y un 18% menos que las otras.

Fuente: sciencedaily.com

Redacción QUO