Que levante la mano aquel que no tenga un amigo algo ‘diferente’ al que le dan pavor los microbios de los demás. Una de las mayores torturas para este tipo de personas es coger el transporte público, lugar donde las leyendas urbanas ubican a un montón de bichitos de otros humanos dispuestos a saltar desde su portador con sus pequeñas patitas hasta nuestro saludable cuerpo.
Pero, según una nueva investigación realizada por investigadores de la Escuela T.H. Chan de Salud Pública de la Universidad de Harvard, hay muchos menos agentes patógenos de lo que la gente imagina. Y los pocos que hay no son especialmente agresivos.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron las superficies de los vagones del metro de Boston y pusieron a los microbios encontrados bajo su microscopio. Según explica Curtis Huttenhower, autor principal de la investigación y profesor de Biología Computacional y Bioinformática, no solo no hay nada que temer, sino que «estos ambientes tienen perfiles de virulencia drásticamente más bajos que los que se observan en un intestino humano típico».
La investigación, publicada en la revista de la Sociedad Americana de Microbiología, es la primera «encuesta microbiana de alta precisión» que se realiza en el transporte público analizando todo tipo de superficies y materiales.
Fuente: popsci.com
Redacción QUO
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