Un centro social del distrito de Vicálvaro, en Madrid, ha sido el escenario de una espectacular despliegue, tras declararse el protocolo de alerta química, al detectarse la presencia de un sobre sospechoso con contenido desconocido. En el despliegue han participado unidades de bomberos y la policía, incluyendo efectivos equipados con trajes NBQ, que se utilizan para casos de emergencias bacteriológicas, químicas y nucleares.
En la redacción de Quo nos pusimos en contacto con el SAMUR de Madrid, que nos confirmó que el despliegue fue debido a una alerta real y no a un simple simulacro. Pero poco más se sabe sobre lo ocurrido. Tan solo, que el sobre ha sido trasladado a los laboratorios de la Jefatura Superior de Policía, donde se está analizando su contenido.
No es la primera vez que suceden alertas de este tipo en nuestro país. La más reciente se había producido en la Universidad Carlos III de Madrid, el pasado mes de junio, por causa de un sobre que contenía un polvo blanco que, finalmente, no resultó ser tóxico.
El llamado protocolo NRBQ Plan de defensa Nuclear, Radiológico, Biológico o Químico, se activa siempre que existe la más mínima sospecha de una posible amenaza bacteriológica o nuclear. En España, tanto la policía como la Guardia Civil disponen de unidades especializadas para ocuparse de este tipo de operativos, aunque la principal de todas es la del Ejército de Tierra. Se trata del Regimiento NBQR Valencia número 1.
Pero, ¿cuáles son las sustancias más peligrosas que pueden detectarse en una alerta de este tipo? El CDC, Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, elaboró una clasificación de los distintos tipos de armas biológicas, que es por la que se rigen la mayoría de los países, entre ellos el nuestro, y que las divide en tres categorías (A,B y C) según su peligrosidad.
Las que suponen la peor amenaza de todas son las de la clase A, debido a que son muy fáciles de diseminar y pueden provocar una mortalidad muy elevada. Y los microorganismos englobados en esa categoría son los siguientes:
El virus del ébola, que provoca fiebres hemorrágicas y tiene una tasa de mortalidad altísima entre quienes se contagian.
El anthrax, enfermedad mortal causada por el Bacillus anthracis. El contagio se produce por unas esporas que se pueden inhalar por el aire o asimilar a través de la piel.
La bacteria Yersinia pestis, causante de la peste bubónica.
La Clostridium botulinum, bacteria causante del botulismo, una enfermedad que paraliza los músculos del paciente y acaba provocando su muerte por asfixia.
Y la Francisella tularensis, bacteria causante de la tularemia, una enfermedad muy contagiosa también conocida como fiebre de los conejos. Provoca una grave infección que desemboca en una neumonía, y tiene un índice de mortalidad muy alto.
Y, finalmente, entre los agentes infecciosos de categoría A, también se encuentra el virus de la viruela. Aunque esta enfermedad se considera extinguida desde 1980, se conservan algunas cepas por razones de seguridad para poder elaborar vacunas en el caso de que algún grupo terrorista pudiera hacerse con muestras de este microorganismo.
Como ya dijimos, desconocemos de momento que es lo que contenía el sobre detectado en Vicálvaro. Lo más seguro es que todo quede finalmente en una falsa alarma. Pero eso no significa que la amenaza que suponen los agentes aquí mencionados no sea real.
Vicente Fernández López