Todos tenemos pesadillas, y es algo de en principio no tendríamos que preocuparnos demasiado. Pero la cosa cambia cuando se convierten en experiencias particularmente agresivas y violentas. Se trata de sueños tan desagradables y realistas, que la persona que los sufre se agita violentamente entre las sábanas, grita de terror aún estando dormida, y puede llegar incluso a caerse de la cama.

Otro fenómeno similar es la llamada parálisis del sueño, un angustioso trastorno que hace que la persona se sienta incapacitada para realizar cualquier movimiento voluntario, mientras se encuentra en un estado intermedio entre el sueño y la vigilia.

Ahora, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Toronto, en Canadá, revela que existe una relación entre padecer ese tipo de pesadillas ultraviolentas con mucha frecuencia, y el riesgo de desarrollar demencia con el paso de los años.

Estudios anteriores ya habían puesto de manifiesto esta relación, con unos resultados alarmantes, ya que entre el 65 y el 80% de los voluntarios de diversos experimentos (todos ellos afectados por este tipo de trastornos) acabaran desarrollando demencia o alguna enfermedad neurológica.

Pero, ahora, el estudio realizado en Canadá no solo confirma esos datos sino que, además, parece haber descubierto la causa. Y el origen del problema se encuentra en el tronco encefálico del cerebro, dónde los investigadores descubrieron la existencia de células seriamente dañadas. Y eran las mismas que también se mostraban fatalmente alteradas en el caso de pacientes con demencia senil y con otros trastornos neurológicos.

El vínculo parece confirmarse cada vez más, y los autores del estudio están convencidos de que esos sueños terroríficamente violentos, pueden ser señales que anticipan con décadas de adelanto la aparición de una enfermedad del cerebro.

Por supuesto, los investigadores también aclaran que todo el mundo puede sufrir este tipo de sueños de forma esporádica, algo que no debe ser motivo de preocupación. Pero la alarma debe encenderse cuando la persona los tiene de modo recurrente.

Fuente: ScienceAlert.

Vicente Fernández López