Placentofagia es el nombre que se da a la práctica de comer la placenta después de haber dado a luz. Desde hace años se rumorea que la practican los miembros de la cienciología (entre ellos el actor Tom Cruise), y otros personajes populares como Kim Kardashian.

Sinceramente, no parece probable que haya mucha gente que sea capaz de comerse una placenta cruda así como quien se zampa un filete poco hecho. Lo que si existe es una tendencia que cada vez está ganando más adeptos en Estados Unidos, que consiste en ingerirla en píldoras.

Hay que advertir que esas cápsulas no están fabricadas por ningún gran laboratorio (por lo que no cuentan con las garantías sanitarias necesarias), sino que las preparan unos supuestos especialistas de forma artesanal y personalizada. Pero no solo no hay ningún estudio científico que avale los supuestos beneficios para la salud de esta llamativa práctica sino que, además, ahora acaba de publicarse uno que revela que la placentofagia puede ser incluso perjudicial para la salud del bebé.

Investigadores del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), han investigado el caso de un bebé que fue ingresado con una infección causada por estreptococos del tipo B. El recién nacido fue tratado con antibióticos y, cuando ya estuvo bien, se le dio de alta. Pero a los pocos días tuvo que ser ingresado de nuevo.

Los autores del estudio descubrieron que la madre estaba tomando píldoras fabricadas con su placenta, y en ellas se detectó la presencia del organismo infeccioso, que, posteriormente, pasaba al organismo del niño cuando la madre de daba de mamar.

La CDC ha emitido un comunicado advirtiendo a las madres que no consuman placenta en píldoras, ya que el procedimiento para prepararlas no elimina todos los patógenos que pueda contener.

Vicente Fernández López