Existen evidencias de que, en algunos casos, la pérdida de la capacidad olfativa puede ser un síntoma temprano que evidencie el riesgo de una persona a padecer demencia. Y, ahora, una nueva investigación realizada por la McGill University, en Canadá, refuerza esa idea.
Los investigadores realizaron pruebas con trescientas personas que tenían parientes que habían desarrollado demencia senil. A todos ellos les sometieron a un experimento para comprobar su capacidad para distinguir diversos olores fuertes. Y también se les realizó una punción lumbar para detectar los niveles de proteínas vinculadas al alzheimer en el líquido cerebroespinal.
Y el resultado fue que aquellos que tenían más dificultad para identificar el olor de la gasolina eran también los que mostraban más indicadores biológicos relacionados con la enfermedad de alzheimer.
Esto se debe a que el bulbo olfativo es una de las primeras regiones cerebrales que se ven afectadas por esta enfermedad. Por supuesto, los autores de este estudio reconocer que esta simple prueba no puede predecir quien va a sufrir demencia y quien no, pero detecta una tendencia, un nivel de riesgo potencial que puede servir para realizar más pruebas y análisis.
Vicente Fernández López
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