Si eres de esas personas que el máximo deporte que hacen a la semana es subir las escaleras de su portal, más de una vez habrás mirado entre extrañado o admirado a alguien que pone cara de placer tras una sesión de ejercicio. Para esas personas, el dolor y las agujetas son un placer pero, no todo es así para todo el mundo.
Muchas personas encuentran el hacer ejercicio una actividad desagradable y poco gratificante. Los psicólogos llaman a este contraste la «respuesta afectiva al ejercicio». En un artículo publicado recientemente en la revista especializada Psychology of Sport and Exercise, investigadores de los Países Bajos explican que esto podría ser consecuencia de la herencia genética.
Para llegar a estas conclusiones, Nienke Schutte, de la universidad VU de Amsterdam y sus colegas reclutaron 115 parejas de gemelos idénticos que compartiesen los mismos genes, 111 pares de hermanos no idénticos que compartieran aproximadamente la mitad de sus genes, 35 de hermanos no gemelos y otras 6 parejas de hermanos no gemelos de 12 a 25 años. Pidieron a los participantes que hiciesen un paseo tranquilo en bicicleta durante 20 minutos y otros 20 en una cinta de correr. Mientras tanto, los científicos controlaban su respiración para evitar que el ritmo aumentase.
Vía | igest.bps.org.uk
Redacción QUO